Cuando abro los ojos no se cuánto tiempo ha pasado, pero siento los labios y la lengua entumecidos, haciendo que la realidad me golpee como un tren a mil kilómetros por hora. Esto sí ha sido real.
—Mamá… —Mi voz suena más como un graznido que como mi voz. Me siento en la cama de hospital y mi cabeza lo resiente, con el estridente dolor que me hace ver borroso.
—Oye, oye. Tranquila. —Tyler me sujeta de los hombros y me obliga a recostarme otra vez.
—¿Dónde está mamá? —le digo, consiguiendo que mi voz y mi mirada se aclaren un poco. Tengo la lengua hinchada y el sabor de la sangre mantiene latente el recuerdo del sabor del acónito y el dolor posterior, era como si me hicieran masticar vidrios.
—En cirugía, tiene dos horas en el quirófano. Están haciendo lo mejor que pueden para deshacerse de los restos de acónito de su esófago. Produjo muchos daños. No se sabrá con exactitud la magnitud hasta que la cirugía no termine.
—Yo… —llevo mis manos a mi cabeza y niego confundida—. No entiendo… ¿Cómo… cómo el pastel estaba contaminado? ¿Había algo más en la casa? Los engendros, ¿ellos están bien?
La sola idea de que alguno de ellos resulte herido hace que se me revuelva el estómago y el recuerdo de los gritos de Curtis al ser atrapado por la red vuelven a mi mente. Intento levantarme pero Tyler lo evita, de nuevo.
—Todos lo están —me asegura—. Edward está en la casa con Tristán y un equipo especial investigando cada rincón, parece que lo único que tenía acónito era el pastel.
—¿Y Rita? Ella… ella es la única que se encarga de la cocina. Pero ella no pudo hacerlo, es… una locura. Ha trabajado para mi familia desde siempre, es imposible…
—Nena…
Tyler me mira como a un cachorro abandonado y una pesadez se instala en mi estómago.
—¿Dónde está Rita, Tyler?
—Tu padre hizo que la detuvieran —confiesa en un suspiro—. Es humana y es la única que habría podido tener contacto con el acónito sin sufrir heridas. Era acónito amarillo, uno que se supone que estaba extinto hace más de cien años. Tu madre y tú estuvieron muy cerca de que ahora mismo todo fuese muy diferente.
Dan un par de toques a la puerta y Tyler musita un «adelante», permitiendo que doctora se abra paso a la habitación. Por la rendija de la puerta soy capaz de reconocer a un par de mis gorilas, ¿cuántos ordenó papá que custodiaran la puerta de mi habitación?
—Señorita Moore, que bueno que ya despertó —me sonríe.
Se ve joven, tal vez unos veinticinco años, lleva un uniforme azul debajo de una bata en donde su nombre se encuentra bordado. «Dra. Holland» . Sus ojos oscuros me miran con dulzura, como si de verdad mi bienestar le importara.
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La Hija De Los Alfas (Saga Alfas #2)
WerewolfSegunda parte de "Viviendo con los Alfas", la cual se encuentra completa en mi perfil. Te recomiendo leerla para que entiendas los sucesos de este libro. Mi vida nunca ha sido un cuento de hadas, desde que tengo uso de razón he trabajado para tener...