Capítulo 20: La curiosidad mató al gato

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Siento que me mueven pero no consigo despertar, déjenme dormir

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Siento que me mueven pero no consigo despertar, déjenme dormir.

Puedo escuchar la voz de papá a lo lejos pero no entiendo lo que dice, es como si estuviese dentro de una piscina.

—¿Dónde la encontraste?

—En la plaza, estaba en el suelo —le responde Kit, mi jefe de seguridad. ¿Qué plaza?—. Olía a vampiros. Su hija se encontró con vampiros.

Me dejan en un lugar suave y por fin soy capaz de descansar, tengo mucho sueño.

No soy consciente de cuánto tiempo pasa hasta el momento en el que abro los ojos y reconozco que me encuentro en mi habitación. Llevo mis manos a mi cabeza con una mueca, siento que me va a explotar del dolor.

Me deshago de las mantas y veo que aún llevo puesto mi uniforme. Esto fue real, todo fue real. Papá debe estar furioso conmigo. Miro la ventana de mi habitación y frunzo el ceño mientras me acerco para reconocer que le ha puesto rejas y un candado.

—¿Pero qué…? —musito levantando apenas el candado con mis dedos, consiguiendo quemarme. Es un candado de plata—. Esto tiene que ser una broma.

—Lo que tuvo que ser una broma fue cuando dos de los guardaespaldas de tu seguridad personal se dieron cuenta de que no estabas —dice papá detrás de mí, haciéndome saltar en mi lugar.

Está de pie en la puerta de mi habitación, ni siquiera me di cuenta del momento en el que abrió la puerta. Tiene los brazos cruzados y no luce nada contento. Da un paso dentro de mi habitación.

—Lo que tuvo que ser una broma fue cuando me dijeron que te habían encontrado en la plaza de la manada sobre un charco de tu propia sangre y apestando a vampiros. Lo que tuvo que ser una broma fueron las fotografías tuyas sentada con ese maldito asesino como si fuesen amigos.

¿Fotografías? Intento que mi mandíbula no se desencaje, pero no puedo, ya decía yo que todo había sido muy fácil.

—¿Me dejas explicarte?

—¿Explicar que, Abigail? ¡¿Explicar qué?! —Su rostro se desencaja por la furia pero yo solo niego.

—No vas a entenderlo.

—Pues ingéniatelas para dar una buena explicación. Te espero en mi oficina en diez minutos después de que te hayas quitado ese asqueroso olor. Y quema ese uniforme, tíralo, no me importa, pero no lo quiero en mi casa.

Papá se va cerrando la puerta con fuerza y haciéndome dar un saltito en mi lugar. Nunca ha sido difícil para mí lidiar con el temperamento de papá pero creo que esta vez de verdad la he cagado.

Antes de que me grite otra vez, me voy a la ducha y mi corazón se salta un latido cuando veo el agua rosa caer en el suelo. ¿Pero qué fue lo que pasó después de que me desmayé? Mi cabello tiene pegotes de sangre seca y también hay en mis brazos.

La Hija De Los Alfas (Saga Alfas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora