Capítulo 30: Decepción

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Después de que las heridas de Curtis sanaron, no había vuelto a verlas. Las que solían ser enormes franjas rojas e inflamadas por toda su espalda y parte de sus brazos ahora son finas líneas marrones, algunas más gruesas e irregulares que otras que apenas son visibles, pero eso no deshace el hecho de lo que son. O más bien, de donde provienen.

—¿Entonces? ¿Solo te quedarás ahí mirando todo como una idiota?

La voz iracunda de Chloe me cae como un balde de agua fría directo a la cara y por fin salgo de la burbuja en la que estoy, percatándome de que alrededor de nosotros no solo está mi madre, sino que también las chicas y los engendros.

—Mamá, ya te lo dije, no es lo que piensas, deja a Abby en paz —suplica Curtis intentando soltarse del agarre de su madre y por la mueca en su rostro, se nota que le está haciendo daño.

—¡Silencio, Curtis! Los adultos estamos hablando. ¿Y bien? ¿Hablarás o qué?

—Estábamos jugando —insiste Curtis, mientras intento que mi cerebro vuelva a conectarse con el resto de mi cuerpo para intentar dar una respuesta coherente.

—¡¿A pegarse un atizador en la espalda?!

—Yo...

—Abby no digas nada...

—Curtis, silencio —sisea mi tío Travis con tono contundente—. ¿Abby?

Sus ojos verdes me miran con frialdad, de una manera que nunca lo habían hecho y que me deja sin aliento. Abro la boca y vuelvo a cerrarla sin saber cómo comenzar o que decir y miro a Curtis quien me suplica con la mirada que no diga nada.

—Se acabó, Curt. —Es lo único que consigo decir—. Fue... fue un accidente. Se los juro por la Diosa.

—¡¿Un accidente?! ¿Pero te estas escuchando, Abigail? Un accidente es que se caiga un vaso de vidrio o que se te cuele un calcetín rojo en la ropa blanca. ¡La espalda de mi hijo está llena de cicatrices! ¡¿Cómo mierda puede ser eso un accidente?!

La ansiedad comienza a recorrer cada parte de mi cuerpo e hilos de sudor frío caen por mi nuca, a la par que los latidos de mi corazón amenazan con explotar mis oídos.

—Chloe, tranquilízate, por favor —interviene mamá por mí, ¿Dónde está la abuela cuando se la necesita?—. Todo esto debe tener una explicación. Cálmate, estas asustando a los niños.

Las palabras de mi madre parecen hacer que Chloe reaccione y por fin suelta a Curtis, a quien le ha dejado los dedos marcados en el brazo. Mi primo corre hacia mí y se esconde detrás de mí, aterrado.

—Lo siento, Abby, todo esto es mi culpa. No debí...

—Oye, oye, tranquilo, yo me encargo —le prometo con toda la seguridad que soy capaz de reunir—. Ve con Kol.

Ver el miedo en los ojos del menor de los Moore remueve todas mis emociones. Lucha contra las lágrimas pero para este punto no sé si son por recordar todo lo que sintió esos días que Curtis estuvo mal o por el terror de ver a su madre perder el control de tal manera.

—Todo tiene una explicación, se los juro.

—Pues espero que sea una muy buena entonces.

La forma en la que Chloe me mira me recuerda a Dexter cuando Tyler estuvo en el hospital: odio genuino. No tomo las mejores decisiones, pero no cometo el mismo error dos veces y no huiré esta vez sin dar pelea.

—Los engendros no tienen nada que ver, yo fui la que les dije que no dijeran nada.

—Abby, no...

—Curtis, te dije que yo me encargo —lo corto—. Todos fue una broma que salió mal. Los engendros les hicieron una broma a las chicas y ellas solo querían vengarse. Solo era una red, no vi problema en que se divirtieran un poco. Son niños, por el amor a la Diosa.

La Hija De Los Alfas (Saga Alfas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora