Uno no debe ser quién los demás quieren que sea.
Cuando era niño solía escuchar música suave, me gustaba colorear y maquillar a mamá, me resultaba muy gracioso porque al final siempre quedaba mal y a ella no le molestaba.
Pero, a papá sí.
Él me enseñó a reparar autos, me inscribía a torneos de fútbol, estaba en clases de boxeo y siempre solía hablarme fuerte y duro.
Y papá no soportó él hecho de que aunque tenía mis guantes de box y mi costal, siguiera jugando con mis vecinas en él parque.
Él nos dejó cuando tenía 10, desde entonces dejé de salir a jugar en él parque y rompí todos mis colores y mis dibujos.
Maduré.