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Entre aquella pastelería en busca de un pastel que había ordenado días antes.
—Pinkie Pie. —la llame—. ¿Pinkie Pie?...
—Uh, hola querida, Pinkie no esta pero dime que necesitas. —dijo, llegando de la cocina, la señora Cake.
—Vengo por el pastel que había ordenado, gracias. —contesté con una pequeña sonrisa—. ¿Y no sabe cuando volverá Pinkie?
—Se fue hace un rato, ya debe estar por llegar. Ahora vuelvo con tu pastel. —me avisó a lo que yo asentí.
En lo que esperaba me dedique a ver a los bebés Cake jugar con sus juguetes.
El ruido de la la puerta principal me distrajo, voltee encontrándome con la pelirosa.
—¡Pinkie Pie!—exclame con alegría acercándome a ella.
—¿Eh?—me miró con una expresión confundida, pero de inmediato la cambió por una sonrisa—. ¡Hola!
—Te estaba esperando, pensé que estarías aquí para darme el pastel. Pero no importa porque ya estás aquí, debemos irnos ya, la fiesta comenzará pronto.
—¿Ah? ¿cumpleaños?—cuestionó con el ceño fruncido.
—El cumpleaños de mi sobrina... ¿lo recuerdas?—pregunté extrañada por su comportamiento.
—Oh, eso...—soltó una risa evidentemente falsa, lo cual era aún más extraño—. No puedo, ¡adiós!—fue hasta el mostrador dando saltitos.
—¿Qué? ¿porqué? ¿hay un problema de amistad? ¿tienes que ir algún lugar?—comencé a preguntar confundida, luego de haber formulado todas esa pregunta me fijé en su cutie mark, verificando si estaba brillando... y no, no lo estaba haciendo.
—¡Nop! Solo que no puedo y ya.
—Pero, ¿porqué?—cuestioné más confundida que antes.
—¡Porque no quiero!... Bueno, ¡adiós!—exclamó antes de salir del local sin dejar de saltar.
—Pero...
Iba a salir para seguirla y preguntarle qué graneros le pasaba, pero llegó la señora Cake con el pastel.
(...)
Me dirigía a la fiesta de mi sobrina con su pastel de su sabor favorito, la fiesta aún no comenzaría pero debía llegar antes con el pastel.
