Capítulo 28: Ser libre.

23 0 0
                                    


Narra Jess:

-¿Qué?- Pregunté escéptico, esperando haber escuchado mal.

-Esa mierda de las peleas, tienes que dejarlas- Y por primera vez en toda la conversación me miró.

-¿Quien te dijo eso?- Pregunté y al no recibir respuesta entendí todo. -Fue mamá ¿cierto?

-Está mal que lo hagas.

-Ni siquiera sabes por qué lo hago Clea, deberías acabar con esto- Grité molesto mientras negaba con la cabeza.

-Sí que lo sé, lo haces para ayudar a tu mamá, pero hay otras maneras de conseguir dinero- Intentó tomar mi hombro, pero la alejé de mí y me levanté.

-No tienes derecho a meterte ahí o siquiera hablar de ello Clea. Por favor, cállate.

Cerré mis puños para intentar controlarme, si soltaba toda mi furia contra ella no me lo iba a perdonar nunca.

-Solo intento ayudarte, ¿te olvidas quien soy? ¡Rompí mi jodido orgullo para decirte esto después de que jugaras conmigo! Porque me importas y me aterra pensar que te pase algo. Y Eliane siente lo mismo. Solo intento ayudar a tu familia- Gritó molesta y se levantó también, mirándome con furia en sus ojos.

-Basta Clea...- Cerré los ojos con fuerza.

-Eres una mierda, me lastimaste mucho. Yo... yo creí en tí. ¡Te hablé de mi mamá! Y tú solo me jodiste, te reíste de mí. No sé siquiera por qué sigo hablándote- Negó con la cabeza y tiró el libro que sostenía en sus manos por encima de mis hombros -¡Te odio!- Gimió -Odio que te hayas ido y te hayas llevado todo de mí, que me vuelvas loca, que ni siquiera te dignes a darme una explicación. Odio que seas tan idiota y dulce a la vez. Odio que no pueda dejar de protegerte cuando fuiste tú quien me derrumbó. Odio que hayas jugado conmigo. Odio que no confíes en mí. ¿Por qué no puedes solo decirme? ¿Qué es lo que hiciste? ¿A quien mataste Jess?

-¡A MI PADRE!- Grité furioso y ella se congeló.

Cada parte de su pequeño cuerpo comenzó a temblar y me moría por abrazarla para que se calmara, pero solo fui cobarde y me alejé de ella.

Narra Clea:

Y solo me quedé ahí paralizada sin saber qué hacer o decir. No podía creer lo que Jess acababa de decirme. De pronto me sentí tan mal por lo cruel que fui con él. Comenzaba a preguntarme si su pasado incluso fue más duro que el mío. Y la respuesta segura a eso era que sí.

Pero Jess... matando a alguien. Eso sí que nunca lo creería. Él podía ser mentiroso, presumido, egoísta, idiota, mujeriego. Pero no asesino.

Corrí detrás de él, intentando encontrar respuestas. Lo vi subirse a su moto, así que tomé mi auto y lo seguí. Cruzó un camino desconocido para mí, hasta que se detuvo en un lugar en medio de la nada, que no sabría bien decir qué era y daba bastante miedo, pero él entró ahí, así que lo seguí.

El lugar por dentro era aún más horroroso que afuera. Estaba lleno de hombres de todas las edades borrachos, y algunos incluso teniendo sexo con ropa con voluptuosas mujeres entre la multitud, sin ningún tipo de vergüenza alguna. Y en el centro había un enorme ring armado para luchas, y ahí fue donde Jess se subió. Un hombre que triplicaba su altura y tamaño se subió después que él. Todos comenzaron a mover sus billetes en el aire y gritar cosas que no entendí.

Y la pelea comenzó.

Me quedé congelada mirando este horrible espectáculo. Nunca hubiera imaginado que esa cantidad de rabia pudiera salir de Jess, pero así era. Fue cuando su contrincante le golpeó la cara en tantas ocasiones que lo hizo sangrar y caer al suelo que reaccioné y solté un gemido agudo que retumbó por todo el lugar. Me abrí paso entre la multitud y llegué hasta donde él estaba, aún tirado.

-Jess, despierta- Susurré en su oído, mientras sollozaba desesperada.

Al oír mi voz se sobresaltó y se levantó de repente. Pude ver como toda su cara estaba llena de sangre, aunque no era mucho peor que como estaba su contrincante. Me miró por unos segundos apenado y se volvió hacia el hombre a su lado. Comenzó a golpearlo cada vez con más y más rabia.

-¡DETENTE! ¡DETENTE!- Grité inútilmente, él no me hizo caso -¡JESS POR FAVOR!- Grité por última vez y él se paró en seco.

Su puño quedó flotando en el aire y miró al hombre debajo suyo que aún tenía un poco de conocimiento. Luego sus ojos azules, que apenas podían verse porque la hinchazón los había reducido a dos pequeñas rendijas, se posaron en mí, y se levantó y salió por la puerta, arrastrándome del brazo con él.

-Entra Clea- Dijo intentando hacerme entrar a mi auto, pero me negué -¡Vamos, tenemos que irnos ya!- Gritó pero volví a negarme.

-No puedes conducir así, déjame llevarte- Dije acariciando su ojo que no paraba de sangrar y él gimió de dolor.

-Tienes que alejarte de mí Clea, soy una mierda- Dijo cerrando los ojos con fuerza y una lágrima cayó por su mejilla.

-Lo único que me importa ahora es que llegues vivo a tu casa- Contesté y él solo tomó mi mano y me hizo entrar al asiento del conductor de mi auto.

-Para que conste, eres la primera chica que me lleva a mi casa- Susurró intentando sonreír, pero estaba tan dolorido que apenas logró levantar las comisuras de su boca.

-Ya entra, para que no se dañe tu ego, prometo que no le contaré a nadie de esto- Dije arrancando el auto.

Lo oí susurrar algo y luego cerró sus ojos. Iba a preguntarle qué era, pero no me animaba a despertarlo.

Una vez que llegamos a su casa, lo ayudé a entrar y lo senté en el sofá.

-Ya estoy bien Clea, puedes irte- Dijo negando con la cabeza mientras yo rebuscaba en mi botiquín.

-Ya cállate idiota. Claro que no estás bien, estás sangrando- Espeté molesta y le comencé a poner hielo en los moretones y alcohol en las heridas. Él solo gemía y negaba con la cabeza.

-No merezco que me ayudes. No merezco tenerte cerca, pero no puedo alejarme de tí. Soy un egoísta...- Se detuvo para gemir -Ni siquiera te hice caso, y por eso estoy así.

-Pero ahora lo harás- Dije sacando el hielo de su ojo para que me mirara -Porque te prometo que si vuelvo a enterarme que estuviste involucrado en alguna de esas estúpidas peleas, te cortaré las piernas yo misma en persona y...- Dije pero me interrumpió.

-Si, ya sé que no bromeas- Dijo e intentó sonreír como siempre, pero terminó gimiendo -Lamento mucho que vieras eso.

Lo tomé como pude y lo ayudé a subir a su habitación.

-Ten- Dije dándole una pastilla y un vaso de agua -Para que no duela tanto.

Él tomó la pastilla y luego me miró.

-Lamento todo Clea. Lamento haber sido tan cobarde. Tenía tanto miedo de lastimarte...- Dijo la última frase en un susurro apenas audible y sus párpados cayeron un poco.

-Mejor cállate, ya te disculpaste mucho por hoy, y duerme- Tomé las mantas de su cama y lo tapé.

-Nunca será suficiente- Murmuró temblando entre las sábanas.

No contesté. Intenté alejarme pero me tomó del brazo para acercarme más a él.

-Por favor quédate conmigo- Murmuró y me acercó más a él -Por favor Clea, no te vayas.

Lo miré confundida unos minutos sin saber qué hacer y finalmente, me hice lugar bajo las mantas y me acosté a su lado. Él me rodeó con sus brazos y me apretó fuerte contra él.

-Te necesito tanto- Susurró.

Y se durmió.

Aquí estoy Butler.


Gracias por seguir acá... 

Gracias por leer

Feliz 2018

Dios los bendiga hoy y siempre 

Apostando a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora