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Varios juguetes nuevos estaban desparramados en el piso. Habían sido regalos de parte de sus tíos y abuelos, en un intento de ganarse la confianza de Sun Hee, quien, contrario a lo que esperaban, aún seguía abrazada a sus rodillas, con sus ojitos rojos de tanto haber llorado.

En su joven mente de cuatro años, no podía comprender por qué tenía que ir a un lugar al que no quería, o por qué su papá —según lo que le habían dicho quienes vivían en aquella casa— la había dejado. Hasta donde ella sabía, él la quería tanto, tanto, tanto, que jamás sería capaz de dejarla sola ¿Por qué se había ido? ¿Y qué pasaba con su papá Min? Ya no había hablado más con él desde la última vez, cuando lo había llamado por teléfono ¿Se habrían olvidado de ella? Las lágrimas volvieron a nublar su visión, y su corazón volvió a doler.

De pronto, la puerta de su cuarto se abrió. Su abuela entró y se sentó a su lado. Intentó acariciar sus cabellos, pero la chiquita se alejó.



—¿Qué pasa?

—Quiero ir a casa.

—¿Por qué? Estarás mejor aquí.

—Extraño a mis papás.

—Cariño, dudo que lo entiendas, pero no es bueno para ti volver. Ellos no te estaban cuidando como debían. Nosotros podemos hacerlo. Somos tu familia, después de todo.

—Pero... —su labio inferior comenzó a temblar— ellos me cuidaban bien.



Antes de que la mujer pudiera decir algo más, se oyó el sonido del timbre, lo cual hizo que se parara para atender. Sun Hee secó su carita. Desde su lugar, sólo podía escuchar los pasos lejanos de su abuela mientras bajaba la escalera, y el sonido de la puerta, que estaba siendo abierta. También, la voz de la mujer, quien, repentinamente, pareció estar enojada.



—¿Qué significa esto?



Sun Hee corrió hacia la ventana y espió hacia abajo. No comprendió por qué estaba allí un policía hablando con la mayor, ni por qué ella lucía tan enfadada con él. Y en cuanto el oficial hubo hecho a un lado a la mujer y comenzó a subir las escaleras, se asustó. La pequeña lo vio revisar dentro de otras habitaciones, y se escondió detrás de su cama. De todas formas, minutos después, fue encontrada. El hombre se agachó y le sonrió.



—Hola, linda. Estoy buscando a Park Sun Hee ¿Eres tú?



En vez de responder su pregunta, ella tomó entre sus manos el oso que Yoongi le había prestado, el cual estaba a su lado, y lo abrazó con todas sus fuerzas.



—¿Vendrías conmigo? No tienes por qué tener miedo. Soy el oficial Soo, y voy a ayudarte para que puedas regresar a casa.



Sun Hee sorbió por la nariz y lo miró a los ojos.



—¿Voy a ir con papá?


With all of my heart [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora