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Sun Hee dormía sobre un sillón, en una oficina de la comisaría de Busan. Estaba usando a su osito como almohada, y un abrigo del oficial Soo como manta. De pronto, se removió en su lugar al haber escuchado unas voces.



—¿Cómo va el caso de Park?

—No lo sé, lo están decidiendo ahora. Tenemos que esperar a ver qué es lo que me dicen para que podamos hacer algo al respecto.

—Entonces... hasta ahora, todo sigue igual.

—Tienen que decidirlo rápido, no podemos tenerla aquí por mucho tiempo ¿Cómo crees que se esté sintiendo?

—Oficial Soo, creo que usted lo sabe mejor que yo. Hay casos mucho peores. Hay niños que esperan por una decisión de la justicia por meses o años... incluso por siempre. Es un alivio que esto se esté resolviendo ahora.

—Sí, lo sé... pero es la primera vez que trato algo así de manera directa. Yo--



El teléfono del hombre sonó, interrumpiendo sus propias palabras. Sun Hee, al no haber escuchado más voces, se sentó y abrazó al oso. No comprendía las palabras que se habían dicho, aunque sí supo que estaban hablando de ella.

Minutos después, el oficial Soo ingresó a la oficina en la que ella se encontraba, y le sonrió con dulzura.



—Hola, bonita ¿Has dormido bien?

—Sí.

—Genial. Oye, ven conmigo un momento. Tenemos que ir a un lugar.



Desganada, la pequeña se bajó del sillón y tomó la mano del policía, quien la estaba guiando hacia afuera, a la calle. Ambos se sentaron en las escaleras de la parte delantera de la comisaría, y vieron llegar dos patrulleros. De uno de ellos, bajaron sus abuelos, quienes entraron al edificio sin decir palabra alguna. Del otro, bajaron cuatro personas, contando al policía que manejaba.



—Sun Hee, ¿Ya viste quién viene ahí?



La niña levantó su mirada y sintió cómo su corazoncito enloquecía dentro de su pecho al ver frente a ella a sus papás. Ansiosa, corrió hacia ellos, a pesar de las advertencias del oficial Soo de no correr en la calle. Jimin, al verla, también se le acercó y la tomó en sus brazos. La abrazó como nunca antes, besó cientos de veces sus mejillas, y soltó lágrimas de felicidad y de alivio. No podía decir nada, aún. Aquellos cinco días habían sido eternos para ambos.



—Te amo mucho, papá —dijo la pequeña, aferrándose más a él.

—Yo mucho más a ti —sorbió por su nariz—. Ya está todo bien, ¿Sí? Iremos a casa.



Sun Hee levantó su mirada, y vio por encima del hombro de su padre a Yoongi. Este la miró con la misma emoción que Jimin, sin poder contener las lágrimas.



—¡Papá Min! —estiró sus bracitos hacia él.

With all of my heart [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora