VII

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Dos años pasaron en un suspiro, sin siquiera darme la oportunidad de parpadear. Dos años por los cuáles, me dediqué de lleno a los estudios. Pero claro, dentro de esos dos años también tuve que convivir con los demás y mi yo falso.

Tanto actuar fui perdiendo de a poco quien era, hasta el punto de creer que en realidad se trataba de mi misma y ya no era alguien creado para que el mundo acepte.

En esos años pareciera que el caprichoso amor había iluminado a los demás, por ejemplo, mi madre se casó con el pintor y una vez que me mudé, ellos también lo hicieron, pero juntos.

Ana encontró a su media naranja y se la veía más feliz que nunca, pero aún es muy pequeña para hablar de amor verdadero, pronto la vida la bajaría de las nubes y se tendría que enfrentar a la realidad.

En cuanto a Gastón, consiguió ser promovido en su puesto de trabajo y también se casó con una joven muy linda.

Escuché que Juan y Sofía siguen en pareja, y se podría decir que ya están pensado en casarse como un futuro no muy lejano. Ella más que él, obvio.

Ambos siguen comunicándose conmigo, sé que Sofía lo hace solo porque Juan se lo debe decir, pues para sus ojos nosotras somos aquellas mejores amigas que perduran con el tiempo como en las películas. Es muy inocente, muy tonto o lo finge. No sé.

En cambio, mi vida en esos dos años fue igual de monótona y aburrida que en mis años de secundaria.

Me mude a Nueva York, con el propósito de independizarme de mi madre lo más que podía, ya que no estábamos en una situación financiera muy buena.

Estoy viviendo actualmente en casa de Sol, quien me acogió como si fuera una hija más. A pesar de lo pasado, ella es una buena mujer, le hizo muy bien separarse de mi tío.

Ana por supuesto, no tenía problema que viviera con ellas, era su oído para escuchar todas sus aventuras y hombros en donde poder llorar si algo malo pasaba.

Hace cinco meses conseguí trabajo en una compañía importante de los hermanos Clark, pero eso se debe a que mi puesto es muy peculiar... Era Secretaria de la secretaria del jefe, sí, leyeron bien. Asistente de la secretaria en un mejor termino.

La paga era buena para ser algo tan simple como colaborar a la secretaria oficial. Con mi salario, ayudaba a Sol con los gastos en la casa y pagaba mis estudios de la universidad.

Meses antes de trabajar allí, me hice amiga de Melody Clark, hija del dueño de un 33% de la compañía, la cual tenía muchas sucursales a lo largo de todo Estados Unidos y próximamente, el mundo. Demasiado conveniente ¿No?

Nuestro encuentro fue como de una película cómica.

Gastón me había invitado a una fiesta que habían organizado los jefes de su lugar de trabajo, con el propósito de "Dejar un poco los libros y vivir"

No podía negarme a tan tentadora oferta para despegarme de la monotonía, por lo cual decidí ir.

Esa noche me puse el vestido que me había costado todos mis ahorros. Aún recuerdo que al haberlo comprado fui regañada por mi madre y Sol, por malgastar el dinero en algo tan inútil. Pero nunca se imaginaron que gracias a ese simple y caro vestido, sería el que me abriría muchas puertas en un futuro y una de ellas, la de mi perdición.

Llegamos junto a Amber, quien era la esposa de mi primo, a tal elegante fiesta.

Al entrar la incomodidad se hizo presente ya que recibía una que otras miradas en mí, lo que me llevó a pensar que el vestido me quedaba o bastante bien o demasiado mal. Procuré ignorarlos.

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora