Mini-Especial

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— ¡No!— exclamó  con una mirada divertida en su rostro y luego trató de cubrir mis labios con sus pequeñas manos pero no lo logró — No lo digas — negué enseguida y suspiró aliviada.

Agarró su móvil y comenzó a leerme algunos chistes que había encontrado en internet, mientras yo solamente la admiraba en silencio, prestando atención a cada palabra y gesto que hacía mientras relataba lo que a ella le parecía "Algo estúpidamente cómico que debía escuchar"

Cada vez que llegaba al clímax del relato levantaba la mirada para ver mi reacción, esperando a que al igual que ella, me causará gracia aquello que con tanto anhelo contaba.

Una que otras carcajadas logró sacarme y cuando no lo hacía, comenzaba a explicarme la parte que a ella le parecía divertido, para ver si es que cambiaba de parecer y me riera.

Eso era algo muy típico de ella y una de sus cualidades que más me gustaba.

Cada vez que sonreía se podía apreciar como achinaba sus ojos y ceñía tiernamente su nariz, sin mencionar la graciosa risa que escapaba de sus labios cuando releía nuevamente el chiste.

— Eso me recuerda al pasado — le dije de repente y ella guardó silencio.

— ¿El pasado?— asentí — ¿De quién?

— Nuestro — Cielo abrió su boca formando un "Ah" al darse cuenta de lo que me estaba refiriendo.

— E-es un poco vergonzoso Juan — mordió sus labios y esquivó mi mirada con un leve sonrojo.

"Que linda" pensé inconscientemente pero luego me arrepentí de hacerlo, sintiéndome un poco mal por Sofía.

— ¿Por qué  lo es? — decidí ignorar ese pensamiento y seguirla molestando.

— Ya sabes...— hizo unas señas inentendible con ambas manos y al ver que no captaba lo que decía volvió a hablar — Todo

Negué con mi cabeza — Gracias a eso nos hicimos amigos ¿No?

Aún con sus mejillas ruborizadas asintió y soltó una leve risita.

— No puedo creer que todavía lo recuerdes

— Digo lo mismo — hice una leve pausa — Estoy feliz de habernos conocido— la miré atento, podía notar su nerviosismo escondido.

Si supiera cómo sus ojos dicen más que las palabras que deja al aire, estoy seguro que andaría con anteojos de sol todo el tiempo.

— Digo lo mismo — dijo por fin, imitando mis palabras como tanto hacía.

Sonreí. Sé que ella también guarda en lo más profundo de su corazón aquel día.

Estaba cansado, otro día más allí dentro y creo que gritaría en medio de la clase.

Mudarme a mitad de año fue la peor idea que se le podría haber ocurrido a la tonta de  mi madre y por supuesto que mi padre haría todo lo que ella quiera, él era otro tonto, un tonto enamorado.

Extrañaba mi antiguo instituto, mis antiguas amistades y a mi novia. Estar en este pueblo era horrendo.

— No es pueblo — dijo alguien al lado mío "¿Acaso había hablado en voz alta?" — Es una ciudad y ahora guarda silencio

Dirigí mi vista en su dirección y lo que vi no me gustó, la chica me sacó su lengua burlándose y continuó prestando atención a la clase.

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora