XXI

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Un nuevo día había comenzado, me levanté de mi cama a regañadientes ya que hoy me tocaba una clase muy estresante en la Universidad, aunque gracias a esa materia sabía bien como manejarme cuando la señorita Harrison iba a reuniones con Christian  y yo me encargaba de realizar los documentos más complicados o al menos intentarlo.

De a poco me iba nutriendo de nuevos conocimientos para el futuro.

— Estoy cansada de la vida — soltó de repente Ana y yo reí— No entiendo cuál es la gracia

—Sólo dices eso porque tus estudios estan consumiendo el tiempo que podrías pasar con tu novio — llevé la taza de café a mis labios y bebí.

— ¡Lo sé! ¿No es trágico? — imitó mi acción anterior— Quisiera que todo fuera más fácil

— Créeme Ana, eso no es nada — le di un golpecito en su frente y ella hizo un mohin con su boca — Me despido por hoy, ten un buen día

— Oye no soy tu jefe — me miró divertida— Hablas como si estuvieras frente al galán de Christian Clark

— Es la costumbre — reí — Adiós niña tonta

— Prefiero lo primero— me acerqué hasta ella y le di un pequeño beso en su mejilla— Creo que si no fueras mi prima y no sería heterosexual, yo  estaría enamorada de ti

— Ahora si estas diciendo locuras — agarré mi bolso — Pero si ese fuera el caso supongo que seríamos buenas amigas

— Auch eso me dolió —llevó una mano a su corazón — Me acabas de friendzonear en un mundo paralelo

— Sé que la Ana de ese mundo tampoco se rendirá tan fácil por una friendzone — me dirigí hasta la puerta para marcharme — ¿Quien sabe no? Adiós Ana

— ¡Espera Cielo!— corrió hacia el jardín — ¿Escuchas eso?— la miré confundida — ¡Es el latido de mi corazón por ti!

— Ya cállate

Cubri mi cara avergonzada debido a que ahora habían unos niños mirándonos con curiosidad.

—¿Señorita ustedes son pareja?— preguntó el mayor de ellos.

— ¡Sí! ¡En un mundo paralelo! — respondió a la distancia Ana.

— ¿Eso existe?— le preguntó nuevamente.

— Es todo por hoy, hasta acá llegué — comencé a caminar dejándolos atrás.

— Adiós amor mío — se despidió Ana y luego se escuchó como reía locamente por todo lo que había sucedido.

Continúe mi trayecto con normalidad hasta la avenida para lograr tomar un taxi e ir a la Universidad, cuando de repente escuché que tocaban bocina detrás mío y decidí voltear para descubrir de quien se trataba.

— ¿Alguien solicitó un taxi?— agregó Christian luego de que la ventanilla del copiloto bajara completamente y se pudiera apreciar su blanca hilera de dientes formando una perfecta sonrisa.

— Déjà vu—sonreí — ¿Qué lo trae por estas zonas?

— Vengo en búsqueda de mi Cenicienta—abrió la puerta y yo subí— ¿Qué hay de mi beso de buenos días?

— El señor cada vez está más pretencioso ¿No?

— Es que siempre quiero más de ti, nunca es suficiente — me acerqué hasta él y lo besé — Otro

— Christian llegaremos tarde, tú al trabajo y yo a la Universidad— golpee su pecho y le di otro beso

—Eso se puede arreglar faltando a los dos lugares e irnos a mi casa ¿Qué dices?

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora