XI

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Mis días de trabajo habían continuado su curso con normalidad, sin ningún problema de por medio.

Blake dentro de todo era un buen jefe y al reconciliarse con su esposa, se convirtió en alguien mucho más fácil de tratar.

Con respecto a Christian, no había tenido oportunidad de encontrarlo, ya que siempre estaba "sumergido en trabajo" según Emily, su segunda secretaria, quien dejó muy en claro que había tenido cientos de problemas con él, debido a su mal humor.

Pronto esos días de normalidad cambiarían drásticamente.

—¿El señor Blake no vendrá hoy?— pregunté molesta a Christian.

—Si ¿Acaso no le avisó?—contestó sin interés.

— Tch. No señor Clark, nadie me informó de este asunto— le miré  esperanzada a que lo resolviera o al menos que se disculpara pero no hubo reacción de parte suya, por lo que opté  levantarme de mi asiento dispuesta a irme, pero no sin antes realizar una de mis más grandes actuaciones—¡Ay!—hice una pausa en mi andar y luego continué.

—Espera Rossellini—llegó hasta mi lado y abrió la puerta—¿Llegaste caminando a la empresa nuevamente?

—Eso no le interesa señor Clark— contesté sin mirarlo.

Claramente estaba jugando a ser la víctima como siempre lo hacía, pues esa mañana Gastón me había llevado al trabajo y no tenía ningún problema con mis pies.

Pero si había algo de verdad detrás de toda esa actuación y esa era mi molestia, por no avisarme que el señor Blake tomaría unos días de descanso.

Luego de contarle todo lo sucedido a Chloe, fuí hasta mi escritorio y recogí mis cosas. Definitivamente hoy no era mi día y el clima tampoco ayudaba mucho, pronto comenzaría a llover.

—Señorita Rossellini—me llamó la secretaria oficial—El señor Clark la solicita en su oficina—concluyó con pocas ganas.

La seguí dudosa, no había pasado mucho tiempo después de haber hablado con él.

Al parecer mi actuación había tenido éxito.

—Permiso señor Clark, traje a Cielo Rossellini como lo ordenó—dijo entrando a la oficina—Si no necesita algo más, me retiro

—Puedes retirarte—se dió vuelta y cruzamos miradas—Ven siéntate

—Lo siento señor Clark, hace un momento fui un poco dura—me excusé— Tengo muchas cosas en la cabeza y cuando vine se sumó que el jefe Blake no me había avisado de su ausencia y yo...

—Suficiente— interrumpió mi hablar.

—Y yo estalle — concluí la oración.

Una pequeña risa escapó de los labios de Christian provocando que lo  mirara confundida y  con mis mejillas ardiendo, ese hombre hacía que cada parte de mi cuerpo reaccionara de una forma que nunca antes lo había hecho.

— No te mandé a llamar por ese motivo— quedó pensativo— En realidad algo tiene que ver, como te habrás enterado esta mañana despedí a mi segunda secretaria—lo miré con sorpresa y él sonrió—Al parecer aún no se corrió la voz por los pasillos

—No tenía idea señor—solté un poco nerviosa y feliz, las cosas se estaban dando vuelta a mi favor, mucho más rápido de lo planeado.

—Ahora lo sabes—sentenció—Admito que fue un error que nadie te avisara del descanso de Blake—agarró unos papeles y los extendió hasta mi lado— Mi error

—¿Qué es todo esto, señor Clark?—leí el contenido de los documentos—¿Está pidiendo mi traslado?

—Quiero que tú ocupes el puesto— sonrió—A partir de hoy

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora