A buscar trabajo

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Se consideraba una persona libre, sin miedo a nada, con la necesidad de correr alrededor del mundo con la esperanza de vivir al máximo. Así que un día al azar tomo su pasaporte, una maleta y se fue al aeropuerto más cercano. Compró un boleto a donde sea y se subió a un avión sin ningún remordimiento.

En Tokio, la familia Uzumaki despertaba tarde ese día, dándose cuenta demasiado tarde de que su pequeño hijo Naruto se había ido de nuevo. Siempre encontraba la manera de que hiciera eso, dejarlos con la preocupación atravesada.

Luego de unas cuantas horas dormido, se despertó en un nuevo país, no se había tomado la molestia de leer la factura del boleto, pero poco le importo. Al bajar del avión y pasar por la aduana se pudo comunicar fácilmente en inglés, pero al salir a la calle todo fue muy diferente.

Pareciera que aquellas personas hablaran balbuceando, un idioma que él jamás había oído, la letras de los carteles también eran muy diferentes, y siguió ignorando el hecho de donde se encontraba. El clima era caliente, parecía la mitad del verano, con el sol en medio del cielo alcanzando y quemando todo lo que se le expusiera. No hacía ni una brisa, pero todo brillaba, era tan hermoso que casi dolía.

Se puso los lentes de sol y detuvo un taxi en la calle, al subirse, el chofer le hablaba de la misma forma garabateada que escuchó.

-¿Puedes entenderme?- le preguntó Naruto en inglés.

-Si, por supuesto señor- le respondió el bronceado y corpulento señor del taxi -¿A dónde lo llevo?-

-¿Conoces algún hotel barato y cerca de aquí?- preguntó agradecido.

-Sí señor, el hotel Carabanas-

-De acuerdo, llévame allí- Naruto se recostó cómodo y disfruto aquel viaje en auto mirando por la ventanilla. El cielo era tan azul que no se podía diferenciar del mar en el horizonte, no había ni una nube en él. Sonrió cuando aquel hombre se dispuso a cantar una canción que daban en una estación de radio, era escandaloso, y rápido al hablar, si no fuera porque sonaba gracioso no podría soportarlo.

Pasada una media hora, llegaron a una pequeña finca de piedra, parecía tan vieja y cultural.

-Disculpa, solo tengo dólares y yenes- se disculpó con el señor por no tener disponible dinero de aquel país.

-Está bien señor, será para otro día- dijo amable.

-Muchas gracias, es usted una buena persona- respondió Naruto.

-Usted me halaga señor- dijo riendo. –Espero que tenga unas bellas vacaciones-

-Oh gracias- Naruto se avergonzó, miró una vez más el hotel de piedra y se bajó del auto.

-Bienvenido a Atenas, señor- fue lo último que el simpático chofer le dijo, arrancó rápidamente y se fue.

-Grecia eh?- dijo anotándolo en una pequeña bitácora que cargaba.

Entro al hotel y aspiro aquel olor a sol, le gustaba, le relajaba. Fue a recepción y volvió a intentar la táctica que con el señor del taxi, también había alguien que hablaba inglés, y le permitieron pagar las noches luego, le dieron una habitación en la planta alta, así que se fue a dar un baño antes de nada.

Al entrar al cuarto, todo estaba muy acomodado, y el olor del sol se mezclaba con la sal y la brisa del mar, se emocionó y se apresuró a abrir las ventanas de par en par. El mar se desbordaba con su espumosa sonrisa a lo lejos, las casas se amontonaban entre los colores azul y blanco, todo tan parecido pero excepcional. Había pedido una habitación de poco presupuesto, pero si esa vista costaba tan poco, no podía imaginarse como sería la más cara.

GRECIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora