Fin de las vacaciones

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Se mordió los labios pensando que debería tragarse su orgullo, aceptar que para él no existía ningún milagro. Había salido a su último viaje para conseguir algo más que diversión, pero el destino le jugó de mala gana, y no podía rezar más solo para que su amor lo hiciera sobrevivir. Se estaba acabando el tiempo, no quería, pero así debía ser.

Se levantó del sofá caminando lentamente hasta la cocina, viendo a Sasuke de espalda, ocupado en la sopa, sus brazos temblaban un poco. Se le estrujó el corazón al verlo y lo abrazó.

El chico dio un pequeño respingo de sorpresa y soltó sin querer el cucharón de la sopa.

-Lo siento- le susurró el rubio enterrando la cara en su cuello, pasándole las manos por los brazos para que dejara de temblar –Eso fue ridículo-

Sasuke se quedó parado allí, luchando con esas increíbles ganas de llorar inmensamente que le rasgaban el pecho y la garganta, subiéndole la tensión y mareándole un poco.

-No quiero que llores- le explicó –Solo...soy yo y mi increíble don de no poder ver las consecuencias de mis acciones. Te propuse algo cruel, sin saber lo mucho que yo te importaría-

-No fue cruel, yo acepté porque no querías que sintieras que no podías enamorarte en tu condición- dijo Sasuke apenas despegando los labios para hablar –Yo te quiero, así que está bien-

Naruto lo apretó más contra su pecho. No podía entenderlo del todo, pero algo de eso tenía sentido. Sasuke realmente era un ángel, le dio esa oportunidad para pasar unas increíbles vacaciones sin tomar en cuenta su enfermedad, sabiendo que era un acto egoísta. Al final, como de verdad lo amaba, no pudo resistirse a ponerse algo molesto al enterarse de que su respaldo se había agotado.

-Yo también te quiero- le dijo –Por eso, mañana nos iremos a Atenas de nuevo-

Sasuke se volteó y lo abrazó con fuerza. Lamentando mucho no poder seguir en aquella isla y arruinar sus vacaciones.

-...Así que por favor, termina la sopa, me muero de hambre- le dijo Naruto sujetándolo por la cadera, sintiendo el pequeño espasmo de su risa.

-¿Ya te dio hambre?- le preguntó mirándole. Naruto asintió y llevó una de sus manos a su mejilla, limpiándole el rastro de una lágrima. Sus ojos estaban algo rojos, y se sintió culpable.

Sasuke se alejó de él asintiendo, y se dio la vuelta para supervisar la sopa. Naruto caminó hasta la mesa y se sentó en la misma silla. Viéndolo desde donde estaba.

Se movió un par de veces buscando algunas verduras para picar, y les agregó un poco de sal. Picó algunos tallos verdes para el sabor y esperó que hirviera.

En un momento estuvo lista, y le sirvió algo en un tazón de porcelana. Apagó el fuego y le puso la comida en la mesa.

-Gracias- le dijo Naruto viendo el humo de lo caliente de la sopa –Buen provecho-

Sasuke se quedó a su lado, viendo como tomaba cada sorbo, sintiendo como si la nostalgia se hubiese adelantado, y ya estuviese extrañando esos labios que ahora tocaban el frío metal del cubierto. Desvió la mirada, no podía arrepentirse de nada, más bien agradecía internamente haberse ganado su corazón.

Naruto carraspeó cuando terminó y le ofreció una sonrisa a su cocinero.

-Muchas gracias- le dijo.

-Da igual, de todos modos te la comiste obligado- le dijo recordando que quería comer algo dulce.

-No es cierto, estaba deliciosa- le dijo Naruto riendo –Al final estaba mejor de lo que pensaba-

GRECIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora