Zac aparcó enfrente de un lujoso edificio de paredes transparentes por las enormes vidrieras que colgaban desde el techo hasta el suelo. Arrimé mi cara hasta chocar contra la ventana del coche y miré todo lo que pude hacía arriba donde se alzaba aquel edificio de como mínimo treinta plantas, Zac salió del coche y abrió mi puerta lo suficiente para que nadie lo viera cortar las cuerdas que me ataban con un mini cuchillo que sacó de su pulsera con tan solo sacudir su muñeca, sonrió satisfecho mientras le contemplaba con el ceño fruncido.
-Austin... - encorvó su espalda pasando por delante suyo su brazo y el otro indicándome que pasará por delante de él de forma caballerosa, me levanté mirándolo con diversión e incredulidad y pasé por enfrente de él, escuché como se cerraba la puerta de su coche y me paré enfrente del vestíbulo de aquel enorme edificio que tomé por hotel.
-¿Qué es esto? – pregunté con mi cuello a punto de dislocarse de tanto mirar a lo alto.
-Donde se encuentran nuestros aposentos.
Zac se adelantó a mí dejándome atrás, se arrimó seguro de sí mismo a la barra de recepción y le dijo unas cuantas cosas a la recepcionista que la hizo sonreír y ruborizarse, Zac a su vez sonreía con suficiencia levantando ambas cejas y rodando sus ojos como si aquello no le costará en absoluto. Volvió a mí rascándose la nuca y con una tarjeta en su mano.
-Tenemos un problema.
-¿Solo uno? – pregunté cruzándome de brazos. Rodó los ojos y me mostró la tarjeta.
-Tenemos una sola tarjeta, para abrir una sola habitación.
-¿Debo compartir habitación contigo? – dije incrédula.
-Suite – me corrigió ensanchando su sonrisa – es más lujosa ya sabes, el problema es que iba a ser solo un huésped y por lo tanto solo hay una enorme cama.
-Espera - di media vuelta empezando a contar hasta diez intentando calmarme ante aquella idea pero me detuve en el segundo dos, me giré bruscamente a él como si estuviera diciendo alguna locura - ¿Debo compartir habitación y cama contigo?
-Bueno... - se volvió a rascar la nuca cambiando la dirección de su mirada – Si, pero la cama es suficientemente grande para que cada uno estemos en una punta diferente, sino puedo dormir en el suelo... Pero seguro que eres tan buena persona que...
-Vas a dormir en el suelo – concluí quitándole la tarjeta de entre los dedos y dirigiéndome hacía el ascensor.
El ascensor se abrió, dejé que salieran los señores y señoras, iban bien vestidos con trajes con corbatas y vestidos hasta el talón que destellaban al igual que los enormes pendientes y collares que llevaban puestos, me miraron de arriba abajo examinando mi cutre ropa de vaqueros y jersey. Sonrieron como algo obligatorio y salieron mirándome por el rabillo del ojo, Zac vino hasta mí siguiendo mi mirada y reparándose en la del grupo de adultos que cruzaban la puerta. Volvió a reparar en mi mirada la cual se había detenido en el suelo mientras mis brazos se habían entrecruzado solos, mordiéndome el labio con rabia hasta llegar a saborear la sangre.
-¿Sucede algo? – preguntó en tono preocupado. Alcé mi cabeza sorprendida por la delicadeza de sus palabras y me limité a sonreír de forma simpática.
-Aquellos señores acaban de colocarse en mi lista negra, odio cuando fulminan a alguien con la mirada por el mero hecho de la ropa que lleven o su físico. Me han mirado con asco...- bufé – Asco es lo que dan ellos. - apreté mis labios reprimiendo una mueca de asco.
-¿Tienes un pasado oscuro cierto? – levanté mi mirada hacia él juntando mis cejas, bajó su labio inferior como respuesta a que había acertado sin tener que contestarle – Todos tenemos uno, no hay porque avergonzarse.
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EL NIÑO DE MAMÁ
ActionZaira tiene una vida monótona, que consiste en un mismo horario todos los días de la semana. Despertarse en una cama ajena al lado de un desconocido, huir con sus tacones en la mano, hacerle el desayuno a su hermano mientras él le explica inocenteme...