• Capítulo 30: Lúcete •

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-¿Por qué lo dejaste escapar? – le pregunté tras un largo incomodo silencio, después del inoportuno encuentro con Spike, Alex se convirtió en una persona muda, no sacó el tema, no preguntó por mi estado o si alguna bala me había llegado a dar, simplemente había decidido hacer el voto de silencio en cuanto a mí respecta.

Era por la mañana, y esas eran las primeras palabras que le dirigía, estaba detrás de los paneles de enfrente de la cama, a cubierto de Alex, mientras él estaba en la otra parte de la habitación ambos vistiéndonos para salir a reunirnos con Hemsley, lo suficiente lejos para no vernos, pero lo suficientemente cerca para escucharnos.

-Le puse un chip rastreador, no lo dejé escapar. Yo no dejó escapar nada – hizo una pausa – ni a nadie, Austin.

Acabamos de vestirnos a la vez, y salimos de nuestros puestos a la misma velocidad, sorprendiéndonos a ambos al tener que cruzar miradas obligatoriamente, Alex llevaba un simple polo con unas bermudas, pero en la forma que lo llevaba lo hacia extremadamente encantador, nuestros ojos recorrieron al otro inconscientemente.

-¿Y por qué me quieres dejar escapar? – lo directa que fue la pregunta le sorprendió tanto que no lo llegó asimilar para intentar ocultar su asombro, tragó saliva girando su mirada.

-Si amas algo debes dejarlo libre – respondió desestabilizándome por completo – eso es lo más bonito que te podría decir, pero la realidad es que es peligroso para ambos, algo entre nosotros – enarcó las cejas a la vez que sus facciones se endurecían quedándose con la mirada fija en la mía – Sabes que nunca va a ser posible, Austin. No sé porque sigues parada pensando que algo va a ocurrir...

Apreté mis labios viendo como cogía la tarjeta de la habitación y salía sin reparar en mí de la habitación, dejándome tirada de pie en medio de aquella gran habitación que cada vez notaba más grande y solitaria.

***

-¿Sucede algo, pequeña Priya? – me preguntó Lilith al ver como tenia mi vista clavada en Alex jugando al golf con su marido, mis labios no podían expresar ninguna emoción.

-Nos hemos peleado esta mañana – me sinceré a medias – sé que es normal entre parejas, pero ha sido nuestra primera pelea desde que nos casamos.

-¡Ay, pobre y atormentada niña! – dramatizó Lilith acercándome una copa de champán y rodeándome con su brazo por mis hombros – Son hombres. Y debes aprender muchas cosas de ellos, no sobre ellos – fruncí el ceño escuchándola atentamente – Ellos, aunque lo nieguen, son más dramáticos que nosotras. Nos dirán que nos preocupamos de que no se agote la última paleta de cosméticos de la Kyle Jenner, y que, si llegamos tarde y no quedan existencias, montamos un drama. Pero cariño... - me acercó más ella poniendo sus manos en mis hombros para que la mirara fijamente - ¿Sabes porque hay tanto machito? – negué con la cabeza – Porque los hombres son inteligentes y saben que las mujeres somos independientes, pero también son tozudos y no quieren asumirlo.

-Harold es muy tozudo... - me di cuenta de mis palabras y aunque metafóricamente fueran dos personas distintas, Alex no dejaba de ser tozudo, en ninguna de sus facetas.

-Lo peor de todo es cuando se les pone un reto por delante – Lilith me hizo sentarme en uno de los bancos cerca del campo, llevaba una gran palmera en la cabeza, un vestido blanco que le llegaba por las rodillas a conjunto con unas carísimas gafas y unos pendientes de diamante largos que colgaban de sus orejas – Por ejemplo cuando la chica que les gusta es "complicada", entonces toda su inteligencia queda resumida a un cero a la izquierda, porque no saben entender otras emociones que no sean las varoniles.

-¿Complicada? – repetí consiguiendo que siguiera con la conversación.

-Sí, complicada, una mujer independiente, porque realmente ¿Qué te puede aportar un hombre, cuando ya todo se lo puede aportar ella? – me preguntó fijando su mirada en su marido.

EL NIÑO DE MAMÁWhere stories live. Discover now