Llegamos a la casa de los Hemsley, una "modesta" casa, de tres plantas y casi rozando los mil trescientos metros cuadrados de parcela, con un enorme jardín delantero con suficiente espacio para que todas las limusinas de los asistentes pudieran aparcar a gusto, el chofer nos abrió la puerta a ambos y nada salir del vehículo me enganché al brazo de Alex, sin mera expresión en mi rostro hasta cruzar la puerta y tener que saludar a todos los asistentes.
Alcé lo mínimo que pude la cabeza para notar las enormes dimensiones del edificio, pero no exageradamente para que no se notará que no pertenecía a este mundo, la casa, mejor dicho, mansión, era de color marfil, con grandes ventanales y un camino de baldosas blancas envuelto en una gran variedad de vegetación haciendo simplemente espectacular el recibimiento, la puerta era enorme, lo suficiente para que pudiera entrar una grúa sin problemas.
Y el interior, inmejorable ni siquiera en mis sueños, justo en medio de la sala y separando las dos grandes escaleras de los laterales que conducía a las habitaciones principales y de invitados del piso de arriba, tenía una gran lámpara de araña de diamantes que hacia resplandecer la sala, los sirvientes iban trayendo cocteles, bandejas de aperitivos, e iban preguntando si necesitaban de algo más los señores, otros esperaban en las puertas para recoger nuestros abrigos, su mayordomo estaba en la esquina de la sala, controlando todo con una libreta en mano y hablando distraídamente con algún que otro camarero para vigilar por dentro y fuera de la gala lo que sucedía. Sabia que las cosas se iban a complicar con él aquí.
-¡Priya! – Lilith me recibió con los brazos abiertos, pero desvió su abrazo a los brazos de Alex - ¡Harold, mi apuesto hombre! ¿Increíble cierto? El marisco es recién importado Priya, así que no te cortes, esta délicieux – pronunció con un acento francés impecable – Venir, os voy a presentar a nuestros... - movió ligeramente las manos mientras pensaba en la palabra adecuada - ¿Amigos? Bueno en todo caso debéis conocerlos, pueden seros de ayuda en un futuro para vuestra empresa.
-Es un gran detalle Lilith – aunque realmente nada fuera real, no estaba de más agradecerle algo bueno que hacía por primera vez aquella señora.
-Lo sé – hizo una pausa – aunque realmente ha sido idea de Donald.
-¡Mi futura promesa! – exclamó el nombrado alejándose de un grupo de hombres en traje con los cuales parecía que se estaba disputando una aburrida conversación – Muchísimas gracias por rescatarme...
- A usted por invitarnos – Alex tenía una sonrisa encantadora fija en su rostro pronunciando sus pómulos y ángulo de la mandíbula.
-¿Qué menos podía hacer? – nos dirigió una sonrisa rozando lo atractivo a cada uno – Bueno, si nos permiten nuestras damas, los hombres debemos hablar de negocios...
Su mujer le hizo un ademán con la mano y Alex se limitó a sonreírme antes de acompañar al señor Hemsley a su despacho.
-¿Lo ves? Amo a mi marido, no me malinterpretes, pero aún cree ser el que domina todo esto – se cruzó de brazos sujetando entre sus dedos una copa de vino.
-¿No lo es? – pregunté irónicamente.
-En cierto modo sí, pero quien hizo que todo creciera fui yo, aunque ahora me llamen con el nombre de señora Hemsley, en un tiempo fui la relaciones públicas, y te debo asegurar que de no ser por mi ahora mismo probablemente estaríamos viviendo en algún barrio mediocre de Nueva York.
-¿Por qué Barcelona? – empecé un improvisado interrogatorio para finalmente acabar por descubrir si mis sospechas internas sobre ella eran ciertas o no.
-No se puede comparar con Nueva York, pero tiene todo lo que deseamos, tranquilidad y urbanidad, dos conceptos contradictorios pero que se agradecen. A demás, que quede entre nosotras, los políticos de aquí pierden la cabeza por un billete de más en su salario... Imagínate lo que se puede hacer si eres un magnate... - sonrió con malicia. Ahora los cabos se ataban solos, no se habían encontrado pruebas ni rastros porque el mismo país se encargaba de borrarlos.
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EL NIÑO DE MAMÁ
ActionZaira tiene una vida monótona, que consiste en un mismo horario todos los días de la semana. Despertarse en una cama ajena al lado de un desconocido, huir con sus tacones en la mano, hacerle el desayuno a su hermano mientras él le explica inocenteme...