T1. Cap. 18. Alma

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- ¿Santana?

Santana se quedó callada mirando a la mujer que estaba frente a ella. 

Habían pasado muchos años desde aquel día en el que Alma decidió que no quería verla más y la echó de su casa a empujones. Siempre había admirado a su abuela por ser fuerte, vital, familiar, capaz de valerse por sí sola, a pesar de todo lo que había pasado. Pero esa persona, a simple vista ya no existía: delante de ella, solo veía a una anciana... triste, apagada, débil... jamás se hubiera esperado nunca ver esa imagen de ella.

- Eres tú -sonrió Alma mientras Santana asentía débilmente prácticamente sin pestañear- ¿Quieres pasar?

Alma se apartó ligeramente de la puerta, dejando un hueco por el que pasó su nieta rápidamente.

Santana observó en el recibidor las numerosas fotos que su abuela había puesto por las paredes, pero la que más le llamó la atención fue una foto que estaba en un marco de plata apoyado en el mueble del pasillo: ella con dos años, subida en las rodillas de su abuelo, mientras que este, estaba tocando el piano.

- Estabais muy guapos -sonrió la mujer mientras también miraba la foto a una distancia considerable de su nieta- A tu abuelo le encantaba sentarse contigo en el piano cuando apenas levantabas un palmo del suelo. Supongo que heredaste de él tu afición por la música ¿Quieres comer o beber algo?

- Un café está bien, gracias.

Alma la hizo pasar hasta el salón y sentarse en uno de los sofás. La sala estaba decorada de una manera muy simple: un par de sofás, una mesa de centro, un mueble para la televisión y algunos cuadros de decoración. Nada más. La mujer desapareció hacia la cocina mientras que Santana se quedó mirando una vieja foto de ella con unos siete u ocho años de edad, cogida de la mano a sus padres mientras que su abuela, la seguía de cerca. 

Cuánto habían cambiado las cosas.

Tras ese pensamiento, se quedó en blanco mirándola, hasta que entró su abuela con una bandeja con una taza de café y un vaso de leche, junto con un plato lleno de pastas. Aun recordaba el aroma de las pastas de su abuela.

- ¿Ya no tomas café? -comentó Santana cogiendo su taza.

- No, el médico me lo prohibió hace tiempo...

Tras esa aclaración, hubo un silencio en el cual los ojos de Santana se desviaron involuntariamente de nuevo a la foto de sus padres. Alma se dio cuenta del gesto.

- Hace mucho que no sé de ellos. La última vez que hablamos, me dijeron que te habías mudado a Nueva York. ¿Has estado todo el tiempo allí?

¿Su abuela y sus padres no se hablaban desde que ella se fue?. Siempre había habido diferencias entre ellos pero nunca los había visto discutir hasta el extremo de no dirigirse la palabra... ¿Qué se había perdido en estos años?.

- Me fui a estudiar la carrera de Derecho. Al poco tiempo de terminar, por una reunión de amigos, coincidí con Brittany después de tanto tiempo -sonrió- y me mudé de nuevo aquí con ella.

Alma miró a su nieta con una leve sonrisa, gesto que no se esperaba Santana. Hubiera esperado cualquier otro gesto... odio, repulsión, asco... pero no alegría.

- A veces el destino es increíble. Hace mucho que no la veo por aquí, aunque ya no salgo tanto como antes y estoy bastante alejada del centro ¿Qué tal está?

¿Realmente estaba preguntando por Brittany? Santana frunció ligeramente el ceño.

- Es bailarina, como quería desde pequeña. Aunque ahora está de baja –dijo decidida sin apartar la vista de su abuela- estamos esperando un bebé.

Nunca es tarde [Brittana/Faberry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora