XIV

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Cuando la luz que notaba sobre mis párpados se volvió demasiado molesta decidí levantarme. Miré la hora en mi teléfono, eran más de las dos de la tarde ¿por qué nadie me había levantado?

Entré al baño desenredando mi pelo con mis manos, me lavé la cara y volví a salir a la habitación. Pasé mi mirada por todo el contenido de esta y mis ojos se posaron sobre mi guitarra, la cual estaba encima del escritorio. Recordé mi pequeña conversación con James y sonreí al pensar en que era mi primer amigo "oficial" en Los Ángeles.

- ¡Buenos días! - Escuché una voz, hasta hace poco desconocida, pero ahora familiar, detrás de mi. Me giré para encontrarme con un James sonriente en su pulcra camisa blanca y sus pantalones de vestir.

- Buenos días, James.- Forcé una sonrisa, aun sintiéndome mal por haberme marchado así la noche anterior.- ¿Sabes dónde están Greg y papá?

- Claro, salieron esta mañana temprano, iban a...

- ¡La convención de videojuegos! - Interrumpí, recordando el regalo de navidad que papá le había hecho a Greg.- Lo siento.- Me disculpé entre risas por haberle cortado de esa forma.

- No importa.- Sonrió.

- ¿Y cómo que no has ido con ellos? - Pregunté curiosa.

- Soy el ayudante de tu padre, no su guardaespaldas, Steff.- Rió un poco al final, como si fuera algo obvio.

- Por fin.- Dije con un pequeño suspiro al escuchar que ya me llamaba por mi nombre. A lo que él contestó con una sonrisa, mientras se giraba en dirección a las escaleras.

- Su desayuno está en la mesa.- Dijo mientras se alejaba por las escaleras, sabiendo que no podía contestarle.

Puse mala cara y bajé tras él hasta la cocina, donde un gran plato lleno de gofres y una taza de café con leche me estaban esperando. Cogí la taza y aspiré al aroma que salía de ella, lo que hizo que me entrara más hambre de la que ya tenía, así que me senté a comer.

- ¿Ha terminado ya? - James entró por la puerta unos veinte minutos después. Puse mala cara y recogí mi plato, a pesar de que James intentó encargarse de ello.

- ¿A qué viene tanta prisa? - Le dije mientras me adelantaba y recogía lo que quedaba sobre la mesa antes de que pudiera hacerlo yo.

- Tenemos cosas que hacer.- Dijo cerrando la nevera.

- ¿Tenemos? - Levanté una ceja mientras le miraba.

- Sí... bueno... esto... - Empezó a titubear.- había pensado que... quizás... ya sabes, yo podría...

- ¡Por Dios James! - Me reí.- Dilo de una vez.

- Vale,- tomó aire.- he pensado que, puesto que soy tu primer amigo en California quizás te gustaría, no sé, que te enseñara un poco la ciudad.- Lo dijo todo seguido, sin hacer ninguna pausa para respirar, lo cual le dio sentido a por qué había tomado aire antes de comenzar a hablar.

- ¿No tienes cosas que hacer? - Pregunté curiosa.- Quiero decir, me encantaría conocer mejor California, pero no quiero que papá se moleste contigo.

- El caso es que su...- Levantó su vista hacia mi, que de nuevo estaba poniendo mala cara.- tu,- Se corrigió a si mismo.- padre y tu hermano, estarán fuera 2 días, había pensado en que hoy, si tú quieres, podrías ayudarme a hacer todas mis tareas y así mañana estaría libre y podría enseñarte un poco esto.

- Creía que el mayordomo eras tú.- James me miró sorprendido.

- Tienes razón, no sé en qué estaba pensando, lo siento mucho, yo...

- Era broma.- Interrumpí entre risas.- Claro que te ayudaré,- Sonreí.- voy a cambiarme, nos vemos aquí en - Miré mi muñeca, como si estuviera mirando la hora, a pesar de que no había ningún reloj en esta.- ¿veinte minutos?

- Veinte minutos.- Asintió él con una sonrisa.

Bajé por las escaleras después de haberme puesto unos shorts y una camiseta que solía usar como pijama, ya que no sabía qué íbamos a hacer y no quería arriesgarme a que se manchara. Me encontré con James justo donde habíamos acordado hacía unos veinte minutos, quien seguía con sus pantalones de vestir, pero esta vez no llevaba la impoluta camisa blanca, sino que la había sustituido por una camiseta del mismo blanco, pero mucho más informal.

- Llegas tarde.- Sonrió al verme.

- ¿A sí? - Miré de nuevo mi muñeca desnuda.- Mi reloj ha debido pararse, lo siento.

Nos quedamos mirándonos durante unos segundos antes de echarnos a reír a la vez.

- Está bien.- Dijo entre risas.- Creo que deberíamos empezar por las tareas dentro de casa y después pasar a las del exterior.

- Tú mandas.- Sonreí y caminé tras él, en dirección a la cocina.

Estuvimos durante horas llimpiando y haciendo las tareas de la casa. Horas que se me pasaron volando, ya que James era bastante más divertido de lo que yo pensaba. Además, no hacíamos más que hablar intentando conocernos así mejor, con lo que casi llegó a sorprenderme cuando James interrrumpió su relato sobre como un día surfeando vió a lo lejos una aleta de tiburón en el agua.

- Entonces la vi, salía del agua como una especie de roca puntiaguda.- Yo me tapé la boca fingiendo más interés del que realmente sentía.- Era una aleta de tiburón como de este tamaño,- Hizo un gesto con sus manos.- y se dirigía directamente hacia mi. Así que cogí mi tabla y...- El sonido de su reloj dando las 2 en punto lo interrumpió.- Vaya, es tarde, deberíamos comer algo.

- ¿Qué? - Me reí.- Yo no me voy a ningún lado sin saber qué pasó después.- Me crucé de brazos mirándole. Estaba sentada en el suelo de la entrada mientras él limpiaba la piscina.- Además, quiero comer aquí.

- ¿Aquí?

- Sí,- Dije cortante.- Acabamos de limpiar la cocina y no pienso mancharla de nuevo, así que pediré unas pizzas.

- Pero...

- Pero nada.- Lo interrumpí, mientras ponía el teléfono junto a mi oreja.- ¿Sí? Hola, quería pedir una pizza...- Tapé el micrófono mientras la mujer que estaba al otro lado del teléfono me decía los tipos de pizza entre los que podía elegir.- Si yo fuera tú empezaría a pensar un final para la historia del tiburón, porque ahora quiero saber qué pasó.

- ¿Pensar? - Me miró ofendido.- Realmente pasó ¿vale?

- Claro, claro...- Ambos comenzamos a reír.- Eh, sí, sigo aqui.- Dije volviendo a la llamada.

So Close But So Far Away.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora