XV

599 63 4
                                    

Terminamos todas las tareas que mi padre había encomendado a James a la hora de cenar, así que cenamos lo que había sobrado de las pizzas que habíamos pedido para comer.

- Gracias por la ayuda, Steff.- Dijo él sonriendo, mientras recogía todo lo que había sobre la mesa.

- No lo he hecho por ti,- James me miró levantando una ceja.- lo he hecho sólo porque quiero que mañana me enseñes todo esto ¿vale?

- Claro,- Sonrió.- ese era el trato.

- Genial.- Me levanté de la mesa y comencé a subir las escaleras cuando recordé algo.- ¡James!

James vino corriendo hacia mi.

- ¿Qué pasa? - Estaba alterado, lo que me hizo reír.- ¿Estás bien?

- Claro,- Dije entre risas.- es sólo que aun no me has contado qué pasó con el tiburón.- Él rió conmigo.

- Nada, conseguí salir del agua y eso es todo,- Se rió.- Aquí estoy.

- Buenas noches.- Dije aun riendo.

- Buenas noches, Steff.

A la mañana siguiente me levanté lista para mi visita guiada por Los Ángeles. Elegí uno de los muchos bikinis que había traído conmigo, era negro, con lo que elegí un vestido negro y unas sandalias a juego. Cogí mi bolso y bajé a la entrada de la casa donde James me esperaba.

- Buenos días.- Se dirigió a mi con su hermosa sonrisa.

- Buenos días, James.- Le devolví la sonrisa.- Te veo diferente esta mañana.

Y realmente lo estaba, había cambiado su traje de vestir por un bañador y una camiseta, lo cual le hacía mucho más joven, casi aparentaba sus 18 años.

Él se limitó a sonreír mientras me abría la puerta.

- ¿No vamos a desayunar primero? Muero de hambre.- Dije algo avergonzada.

- Claro, pero quiero invitarte a desayunar, ya sabes, por las molestias de ayer.

- Oh, genial.

Fuimos riendo todo el camino hasta el Starbucks más cercano, que resultó no estar a más de una manzana de mi casa.

- ¿Está bueno? - Me preguntó James mientras saboreaba mi Muffin.

- Riquísimo, pero no voy a darte, es mío.- Le saqué la lengua y él rió en respuesta.

- Tampoco iba a pedirte.

- Claro claro... - Reí con él.

Tras nuestro desayuno estuvimos paseando por la ciudad. James era un gran chico, cada vez que pasábamos por una calle él inventaba alguna historia para hacerme reír.

Después de comer decidió enseñarme lo bien que se le daba hacer surf, así que acabamos en la playa.

- ¡Steff mírame! - Gritó mientras cogía una gran ola y se caía de la tabla unos diez segundos después.

- ¿Y tú eres el profesional? - Dije entre risas volviendo a tumbarme en mi toalla.

Cerré mis ojos para disfrutar del sol de California. Respiré hondo aspirando el olor a mar, podría acostumbrarme a aquello. De pronto noté como alguien me tapaba la luz del sol.

- ¿James? - Me incorporé y le vi delante de mi, sonriendo.

- Ven al agua conmigo.

- ¿Qué? - Me reí.

- Eso,- sonrió más ampliamente.- ¿no dices que no soy un profesional? Demuestra que tú puedes hacerlo mejor.

- ¿Yo? - Levanté una ceja y luego me eché a reír.- ¿Sabes que no he hecho surf en toda mi vida, verdad?

- Entonces yo te enseño.- Me ofreció una de sus manos, ayudándome a levantarme y yo le seguí hacia el agua.

Hice varios intentos de ponerme en pie sobre la tabla, todos ellos fallidos a pesar de que James me agarraba por la cintura intentando evitar que cayera al agua. Al final ambos acabamos en el agua entre risas.

- ¿Ves? - Dijo James riendo.- Te dije que no era tan fácil.

- Vale,- le sonreí.- quizás tenías razón. Lo siento.

Noté como la mano de James subía un poco por mi espalda, parando en mi nuca. Sentí que me temblaba el pulso, estaba nervioso. Y entonces, lo comprendí, iba a besarme.

- ¿James? - Me aparté cuidadosamente, con una gran sonrisa en mi cara, lo último que quería era ofenderle.- Tengo frío ¿podemos irnos a casa?

James sonrió y me ayudó a levantarme.

Subí a mi habitación y me di una ducha antes de meterme en la cama. Estaba a punto de quedarme dormida cuando una notificación apareció en la pantalla de mi teléfono.

Michael Clifford (@Michael5SOS) ha comenzado a seguirte.

El corazón me iba tan rápido que creí que iba a salirse de mi pecho, Michael me había vuelto a seguir. Estaba tan feliz que empecé a saltar en mi cama, como una niña pequeña, dando pequeños gritos mientras sujetaba mi teléfono contra mi pecho.

Salté hasta quedar completamente agotada.

- No me odia.- Susurré, usando esas tres palabras como último pensamiento antes de quedarme profundamente dormida.

So Close But So Far Away.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora