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Lance

—¿Cómo está? —pregunté al ver a Shiro nervioso y cabizbajo.

—Se recuperará... Espero...

—Shiro, dímelo —insistí.

—Está confundido y no muy feliz que digamos. Supongo que quiere disimular su estado. No quiere visitas.

Asentí en respuesta. Después de haber salvado el trasero del impulsivo de Keith nos habíamos dedicado a asegurarnos de que estuviera sanando y liberar a los planetas que aún quedaban bajo la conquista de los Galra para luego dar municiones a cada planeta. Voltron se había convertido en algo así como un dios para la mayoría de los planetas. Pero mientras aparentábamos que todo estaba bien, Keith estuvo mal por semanas y su cuerpo sanando. Muchos habían preguntado por el paladín rojo. Por un tiempo nos costaron las excusas hasta que Allura se recuperó y tomó un lugar de paladín como lo había hecho en algún tiempo.

Me preocupaba su estado. Cuando lo revisamos, parecía estar como nuevo hasta que llegamos a sus ojos. Hemos formado tantas teorías sobre eso. Pero no hay forma de explicarlo. Solo Allura y él saben lo qué pasó durante la explosión. Y Allura sufre de una pequeña amnesia.

—Lance, ¿estás bien? —La tierna voz de Pidge irrumpió en mis pensamientos.

—Si. ¿Sabes cuando será la próxima parada? Quiero estar listo para mostrar mis músculos e impresionar a un par de chicas —sonreí coquetamente alzando mis cejas, moviendo mis brazos y besando mis hermosos y poderosos músculos.

—Dentro de dos días —rodó los ojos y siguió con su camino.

La miré alejarse y en cuanto desapareció por una de las puertas fui a una de las habitaciones. Específicamente en la que debería estar Keith.

Estaba acostado en la cama en posición fetal. Su cabello largo estaba descontrolado y regado por toda la almohada mientras que algunos mechones cubrían la perfecta piel de su rostro. De la batalla no había quedado ninguna cicatriz visible en su cuerpo. Me acerqué lentamente a la cama. Fácilmente podría estar muerto o durmiendo. No se sabría con lo lenta que iba su respiración. Tranquilidad. No parecía tan mal como había dicho Shiro.

De un momento a otro tenía la punta de un cuchillo amenazando mi estómago.

—K-Keith, soy yo, amigo —logré decir nervioso ante la amenaza de muerte.

—Vete, no quiero hablar con nadie —dijo alejando el cuchillo de mi estómago y guardándolo nuevamente debajo de su almohada.

—Solo quería saber cómo estabas...

—De maravilla —soltó sarcásticamente.

—Enserio Keith, todos están preocupados por ti.

—Estoy bien —respondió secamente.

Al ver que no había avances en mis intentos de conversación con él, suspiré y lo miré.

—Como quieras. ¿Le digo a Hunk que ni se esfuerce en traerte comida?

—Como sea, ya vete, Lance.

Cuando estuve por dar media vuelta y largarme de esa habitación en la que obviamente Keith no me quería, su estómago gruñó y no pude evitar sonreír burlonamente.

—¿Seguro que no tienes hambre? —pregunté entre una suave risa que se colaba en mis palabras.

Las facciones de su rostro se arrugaron y mostraron a ese típico Keith molesto. No importaba si estaba herido, desgarrado o ciego, había algo que no cambiaria, y eran esas facciones fuertes y tan marcadas que tenía. Sonreí una vez más observando que habían cosas que no cambiarían por más daños e imperfecciones que tuviéramos.

—Te traeré comida en un instante.

Lo escuché mascullar palabras incoherentes para mis oídos y varios insultos que había descifrado porque se esforzaba en que yo los escuchara. Me alejé en busca de su comida. Tal vez una desgracia se podía volver en algo maravilloso.

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora