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Keith

Lance había entrado casi hecho una furia, o esa era lo que mi cuerpo percibía. Y tal vez era mi culpa, yo era un idiota. Tenía que haber disimulado un poco más mi incomodidad, enojo, frustración y toda la tormenta de emociones que tenía. Para Lance era algo así como una carga. No necesitaba ser una carga peor.

—Nada —contesté nuevamente.

Al parecer Lance no se rendiría hasta tener una respuesta sólida respecto a lo que a mi me pasaba. Pero para qué darle una respuesta sólida. Para qué darle otra razón de incomodidad. Él quería una respuesta sólida, mi mente y corazón la tenían. Y era obvia. A mi me molestaba, a Lance le podría incomodar.

Mi mente la gritaba cada vez que formulaba la misma pregunta.

—¿Qué te molestó, Keith?

"Me molestó que no aparecieras. Me molestó que estuvieras con alguien más. Me molestó que te olvidaras de mi. Me molestó que me encantes y no pueda decírtelo a la cara porque eso crearía más preguntas e incomodidad entre nosotros. ¿Listo? ¿Contento?"

Pero mis labios estaban sellados y no hablaría sobre eso.

—Nada. Si quieres salimos de la mugre habitación para hacerte feliz —dije exasperado.

—Keith, no es acerca de salir o no. Es acerca de lo que tú sientes.

Y mi corazón se detuvo y luego latió con más fuerza de la que debería. Lo escuchaba en mis oídos, si Lance no lo escuchaba era un idiota con pocos sentidos.

Y si, así fue. Lance era un idiota con pocos sentidos porque siguió hablando, parloteando, gritando. Ya no escuchaba sus palabras. Busqué su cuerpo tanteando con mis manos en el aire. Yo no estaba decidiendo esto, ni siquiera era consciente. No me sentía en control. Encontré su brazo y mi corazón latió con más fuerza, diría que se sentía como una estampida de emoción. Alcancé su mano y la puse donde debería estar mi corazón. Era una estúpidamente acción de niños pero era efectiva para comunicar. Por unos tics cerró la boca y tartamudeó.

—¿E-Estas bien? ¿K-Keith?

—Si.

Si no se daba cuenta de lo que quería decirle, juro que estamparé su cabeza contra el piso. No lo escuché hablar más y  con la velocidad con la que corren los pensamientos creí que se iría, pero tampoco despegó su mano de mi pecho. Lo sentí tenso pero no molesto. Necesitaba que él hablara, yo no tenía palabras. Con esto yo había dicho todo lo que sentía.

—Keith... No sé qué decirte...

—No tienes que decir algo... —Mentira. Quería que dijera algo, lo que sea.

—Yo...

Quise que se callara. Ya no quería que hablara. Quería silencio. Quería que me besara. Quise besarlo. Quise tantas cosas que se quedó en nada.

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora