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Keith

No volví a saber de la Espada de Marmora en los siguientes meses y estaba seguro de que no sabría de ellos en muchísimo tiempo. Lance había estado demasiado al pendiente de mi, digamos con exageración y a veces sus escapadas furtivas me causaban estrés. No sabía a donde iba. Simplemente cuando menos me lo esperaba se tenía que ir o desaparecía sin decir una palabra. Me ponía de malhumor no saber qué hacía, creaba esa duda existencial en mi. A veces quería preguntar pero me causaban inseguridad las posibles respuesta y simplemente me callaba y lo esperaba. Esa era una de esas veces en la que me decía: Vengo ahora, Keith, te lo prometo. Tengo algo que hacer.

Solo quisiera que a veces me dijera a dónde va, qué hace, por qué a cualquier hora, con quién está... ¿Era necesario que se fuera?

Durante la espera me entretenía montándome mil historias, algunas cavaban en mi corazón, otras en mi mente y otras en mis partes más íntimas. Los acercamientos con Lance en los últimos días habían sido tentadores y pasionales, Lance era algo así como una máquina de seducción así estuviera solo intentando ser tierno. Y ahora se la pasaba casi todo el tiempo asegurándose de que no me lastimara con nada, parecía una madre con su hijo.

Desde que llegamos me enseñó a ver sensaciones, a sentir lo que no veo. Era increíble, Lance era increíble. Hasta llegaban esos pensamientos que dudaban sobre dónde estaba, qué hacía y con quién estaba.

—Ya volví —escuché su voz irrumpir en la habitación y por el olor, traía comida.

—¿Qué hizo Hunk esta vez?

—No lo sé. Traje para los dos, aún no lo he probado —dijo sentándose. Sentía el movimiento de su cuerpo dejando cosas en la cama y ayudándome a sentarme. Sus manos pasaron por mi brazo y cintura, quería que no terminara pero en cuanto pudo sentarme prosiguió a buscar, en alguna parte de la cama, la comida.

—¿Dónde estuviste? —pregunté luego de varios bocados a un sándwich de sabor extraño pero siempre con el toque mágico de Hunk que hacía que supiera a gloria.

El silencio del moreno empezó a molestarme y a cavar en mis ideas más horribles y dolorosas. Necesitaba que me contestara... Quizás no escuchó bien.

—Lance, ¿a dónde y a qué fuiste?

Su silencio volvió a atacarme. Y así quedamos hasta que yo terminé el sándwich que luego de varias mordidas me sabía a queso y jamón pero no era eso.

—¿Cómo lo pasaste hoy? —dijo finalmente.

—Bueno... Quisiera saber dónde estabas porque me formó miles de situaciones y la mitad de ellas no son lindas. Y quiero que me contestes.

—No puedo decirle... —murmuró.

Sentí que sus palabras me golpeaban fuertemente en todos lados, sentía un pequeño vacío en mi corazón y la respiración se contenía.

—Te prometo que no es algo malo. Es algo muy bueno.

Lance sabía como quitarme y devolverme el aire en cuestión de segundos, y no solo con situaciones cómo estas. También con sus labios encima de los míos creando presión como ahora para rápidamente abandonarlos e irse con la basura que quedaba de la comida.

♥︎

Lance acarició suavemente mi pecho desnudó mientras repartía besos por mi cuello y clavícula. Aplastaba suavemente con su cuerpo el mío buscando más cercanía entre ambos. Acaricié su cabello suspirándole al moreno una y otra vez con cada beso entregado a mi cuerpo.

A través de tus ojos (Klance) [TERMINADA pero en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora