Erika

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Soy un hombre al que le gusta la velocidad y recurro a ella cuando viajo solo. Nunca arriesgaría a mi pequeña cuando viaja conmigo.

Miro por el retrovisor y veo su sillita vacía. Odio no tenerla conmigo. Ella siempre hace que mi día sea mejor. No importa cuan malo haya sido.

Enciendo la radio a ver si eso me distrae de mis pensamientos.
Jailhouse Rock de Elvis Presley suena a todo volumen en el interior de mi Hummer H2.
Joley ama a Elvis, así que escucharlo ahora a pesar de que ella no está en el coche conmigo, me hace bajar las ventanillas y cantar.

El camino hasta la que era mi casa no es excesivamente largo y dado los 120 km/hora a los que estoy conduciendo, tardaré poco más de veinte minutos en llegar.

Reduzco un poco la velocidad al ver que hay un control. No quiero que nada me retenga. Eso podría darle a Susanna tiempo a llegar y quien sabe si hacer que esa chica se vaya.

Cuando la canción termina apago la radio. No soy un gran fan de Neil Diamon así que prefiero el silencio.

Una vez he pasado el control, pienso en esa chica.
Por mucho que trato de imaginarla, todo lo que viene a mi es una preciosa boca por la que sale esa ronca y sexy voz que tiene.
Podría haberle preguntado un poco más a Joley, pero eso sería extraño. Y desde luego la curiosidad que tengo ahora por ella es mayor a la que tenía antes de escucharla.

Me detengo en la valla e introduzco el código de seguridad.
La verja automática se abre y me abro paso hasta la enorme entrada.

Saludo con un gesto de cabeza al guardia de la entrada. Earl sabe que no puede dejar entrar a nadie que yo no conozca o haya autorizado antes, por eso decido que hablaré primero con él y su respuesta me sorprende.

—Lo siento mucho señor. Erika es mi sobrina. No pensé que eso podría ser un inconveniente. Ella es una muchacha dulce y no traerá chicos ni nada de eso. Está demasiado ocupada con su libro.
—¿Su libro?
—Si, señor. Ella quiere escribir. Tiene un par de historias en librerías y está trabajando en algo nuevo ahora mismo.
—Bueno, está bien Earl. No hay problema. Solo, por favor, asegúrate de avisarme antes de cualquier cambio.
—Por supuesto, señor O'Connell.
—Voy a ver a mi pequeña ahora.
—La señorita está con Erika en la casa de la piscina.
—Gracias.

Dejé el coche en la puerta y de un salto bajo para cerrar y dirigirme a la casita de la piscina.
Tengo que rodear la casa para llegar a ella o atravesarla y salir por la puerta trasera. Prefiero ir por fuera.

He llamado un par de veces pero nadie abre la puerta.
Pruebo de abrir y efectivamente puedo acceder al interior.
¿Quien demonios deja la puerta de su casa abierta?
¿Y si yo fuese un ladrón?
Dado la seguridad que rodea la casa es difícil, pero nunca se sabe.

Paso el salón y la pequeña cocina cuando escucho música y dos voces que cantan siguiendo la letra.
A medida que me acerco, la canción que suena se me hace más conocida.
One way or another de Blondie suena fuerte.
Abro la puerta y encuentro a mi pequeña sobre la cama con un cepillo en la mano como si fuera un micrófono.
Sonrío feliz al verla. Normalmente solo es así conmigo, así que la tal Erika debe ser genial.
Desvío la vista hacia el cuarto de baño y por segunda vez al día, me quedo sin aire.
Erika Summers es mucho más de lo que ni siquiera imaginé y su boca... Dios... Esa boca.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora