Estallido

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Erika

—¿Es una jodida broma?
Aprieto con fuerza el brazo de Craig que se mantiene impasible a mi lado.
Cuando le dije que iba a venir aquí hoy y contarle a Trevor la verdad, se cabreó.
Entiendo sus motivos, pero él debería entender también que yo...
Y es entonces cuando comprendo.
Sin embargo aquí estamos y ahora tengo que tratar con dos hombres cabreados.

—¿Por qué está él aquí?—vuelve a preguntar al ver que yo no respondí.
Él tiene un nombre y tampoco estoy feliz de estar aquí.
—Entonces puedes malditamente largarte de mi casa.
—Si. Estoy seguro de que eso es justo lo que quieres, pero no sucederá. No me iré sin ella.

Siento ambas miradas sobre mi, pero seguimos en el rellano y sinceramente, a nadie más que a nosotros le importa lo que tengo que decir.

—¿Podemos pasar, por favor?
Se hace a un lado y me permite entrar. Ni siquiera necesito mirar para saber que Craig le golpeó en el hombro con el suyo al pasar.
Suspiro antes de volverme hacia ellos y enfrentarles.
¿Por qué se comportan como niños?
Me cruzo de brazos y espero a que vengan hacia donde estoy.

La siguiente hora fue eterna. Todo eran interrupciones por parte de ambos. Estaba harta de tener que interponerme entre ellos para que no se liasen a golpes.

—¿Entonces no es tu pareja?—Trevor se acercó un poco más a mi aprovechando que Craig se levantó para atender una llamada.
Había estado haciendo eso también los días que pasé con él. Siempre se alejaba para evitar que yo escuchase una sola palabra. Entendía que la gente cambiaba con el paso del tiempo y después de la desgracia que sufrió su familia no podía culparle, pero este no era el Craig que yo recordaba.
De camino a casa de Trevor le vi mandar mensajes como un loco, apenas atendiendo a la carretera.
Tenía una sensación extraña en la boca del estomago y Craig era quien la provocaba.

—No. Solo le estoy haciendo un favor. Se lo debo después de...
Sus manos cubrieron las mías antes de volver a hablarme.
—La gente comete errores. Nadie es perfecto y tu no podías saber entonces lo que ocurriría. Él fue quien decidió quitarse la vida. Tu no pusiste el arma en su boca.
Cierro los ojos con fuerza para que esa imagen desaparezca de mi mente donde ha permanecido desde que me enteré de la muerte de Derek.
—Tiene razón.
Ambos nos volvemos hacia Craig quien camina por el lugar como si fuese suyo.
La sensación que mencioné antes se acrecenta hasta el punto de levantarme y retroceder.
—Craig...
—Tu no pusiste el arma de su boca ni apretaste el gatillo haciendo que su rostro fuese irreconocible. Yo lo hice.
—¿Que estás diciendo? Tu no harías eso. El Craig que yo conozco...
—Ese es el caso. No soy el Craig que tu conocías. De hecho, ni siquiera soy Craig.
—No entiendo...
Trevor se pone en pie de golpe y se interpone entre nosotros.
—No me digas que no me reconoces... Puedo haber pasado por cirugía para parecerme a mi hermano pero sigo siendo yo, niñata.
Ese apodo me quita el aire de los pulmones de golpe.
—¿Derek?
—Vivito y coleando— susurra antes de sacar un arma y apuntarnos.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora