Epílogo

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—Si, quiero.
Besé a la mujer que amaba ante el aplauso de nuestros invitados.
Era oficial. Éramos marido y mujer.
Volviéndome hacia nuestros invitados, cogí a Joley en brazos y abracé a mis dos chicas.

Puesto que la boda había sido toda cosa de Erika, incluido que cruzase el pasillo de la mano de mi niña mientras Love me tender de Elvis las acompañaba, yo me había ocupado de preparar una luna de miel increíble. Llevaríamos a Joley con nosotros, pero ambos estamos felices de poder compartir nuestra felicidad con ella.
Todavía tenía pesadillas algunas noches acerca de su madre, pero poco a poco volvía a ser la misma de antes.

El banquete fue hermoso, y el momento de cortar la tarta y darnosla a probar mutuamente fue cómico,sin embargo mi mayor sorpresa la encontré al subir a la limusina cuando nos dirigíamos al aeropuerto.

Joley prácticamente saltaba en su sitio de los mismos nervios que tenía en cuanto ambas me entregaron un regalo. Y Erika, a mi lado, tenía un brillo en la mirada que esperaba ver a diario.

—Ábrelo ya, papi.
—¿Esto es lo que me habéis estado ocultando todo este tiempo?
Ambas sonríen mientras asienten hacia mi.
Rasgo el envoltorio y mis ojos se abren muchísimo antes de volverme hacia ellas.
—¿Es lo que creo?
Erika asiente mientras Joley sigue nerviosa.
—Mira dentro, papi.
—Está bien, está bien, pero después quiero saber porque no sabía esto. Es una gran noticia.
—Tendrás que esperar para saber porque no te dijimos. Mira dentro.

Trazo las palabras en relieve de la portada asombrado de la inmensidad de lo que significa.
Pienso en lo duro que ha debido ser para ella acabar esta historia y una parte de mi quiere ir hasta la última página y ver como decidió acabarla, pero como hice con sus otras historias, que también he leído, la leeré con calma.

Abro el libro y me encuentro con su biografía junto a una foto de ella en la que está hermosa, tal y como yo la veo siempre.

Un par de páginas después me topo con la dedicatoria y cada palabra que leo aprieta más mi pecho de emoción, pero es la última linea que me deja sin respiración.

Siento las lágrimas quemando en mis párpados y siento que voy a derrumbarme aquí mismo ante la mirada de las dos mujeres de mi vida.

—¿Estás embarazada?
Su sonrisa prácticamente ilumina el interior de la limusina y jamás he visto sus ojos brillar como lo hacen ahora mismo. Mucho más de lo que lo hacían hace un momento.
—Sigue mirando.
Bajo la mirada de nuevo y paso hoja tras hoja pero no veo nada hasta el final y son las últimas palabras las que atrapan toda mi concentración.

No sabía a donde nos dirigiamos, tampoco me importaba mientras las personas más importantes para mi estuviesen ahí.
Espero que en este momento mi marido comprenda lo mucho que lo amo y lo mucho que amo a su hija a quien considero mía, pero también espero que sepa que cuento con él para que ame y proteja a nuestros hijos que están en camino. Si, más de uno.

Bajo la solapa trasera asoma una fotografía. La saco con cuidado con manos temblorosas y ahí, sostenía la imagen de mis hijos.

—¿Mellizos?—pregunto con un nudo en la garganta. Al ver que no responde, la miro y ella tiene su mirada en Joley.
Solo cuando miro hacia mi niña,veo lo que sostiene. Tres bodies diminutos. Dos azules y uno rosa.
Joder. Voy a llorar.
Me dejo caer en el suelo de la limusina y atraigo a mi familia a mis brazos.

*****

Erika

Doce meses después

El escucha-bebés suena por quinta vez esta noche.
Me doy la vuelta en la cama para salir e ir a ver a mis hijos, cuando escuchó a su padre hablar con ellos.

—Veamos chicos. Vamos a dejar que mamá duerma un poquito más mientras yo estoy con vosotros y os cuento una historia.

Enciendo la luz y cojo el escucha-bebés que además tiene cámara y miro a mi marido y a mis hijos que ya han cumplido seis meses.
Para cuando nos casamos ya estaba embarazada de tres.

Cada vez que le veo con ellos mi corazón se contrae con fuerza.
Sé que ama a sus cuatro hijos por igual. Trevor es esa clase de hombre.

Llegar hasta donde estamos nos llevó tiempo.
Principalmente por Joley, volvimos a la casa donde vivía con su madre, eso y sus recuerdos hacen que la sienta más cerca.

Nuestros hijos crecerán bien aquí y creo que vamos a ser realmente felices.

Me concentro en la pantalla y veo como Trevor acaricia sus mejillas y besa sus frentes.

No mucho después de que ponga a cada uno de ellos en sus hamacas, Joley se une a ellos con una almohada y su peluche favorito.

He empezado un nuevo libro, está vez, uno infantil y espero que algún día pueda leerselo a los chicos.

—Como iba diciendo, voy a contaros una pequeña historia de cómo mamá y yo nos conocimos.
>>Todo empezó con una llamada...

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Otra historia que termina...😭😭😭😭😭

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