Susanna

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Erika

Las dos últimas horas han transcurrido en silencio.
Después de la conversación entre Trevor y Susanna, de las palabras de este a su ex mujer, esta se retiró a un lado y no volvió a decir nada más.

No me siento cómoda con ella aquí.
Su acusación no deja de repetirse una y otra vez en mi mente.
Me pregunto también que significa esto para mi situación.
Ella podría negarse a seguir dejándome vivir en la casita de la piscina y ni hablar de pasar tiempo con Jo.
La pequeña es el único motivo por el que sigo aquí.
Y porque Trevor no me suelta.
Se ha sentado a mi lado y sujeta mi mano mientras esperamos noticias.

Finalmente sale el médico y su sonrisa nos hace soltar un suspiro de alivio.

—Señor O'Connell, su hija está perfectamente. Hemos extirpado el apéndice y ahora mismo está en reanimación.
—Joder, gracias.
—En cuanto despierte la trasladaremos a una habitación. Por ahora pueden entrar a verla. Solo familia.
Mira a Susanna como si fuese una desconocida y esta totalmente sulfurada se dirige al médico.
—Soy la madre de Joley y si alguien no debería estar aquí es esa mujer.
Me señala con su dedo escuálido adornado con una uña larga y rosa brillante.
El médico se ve confuso pero asiente y guía a Susanna hasta su hija.
Esa es mi señal para irme.

—Erika.
—Ve a ver a Jo. Ahora que sé que está bien me voy a casa.
No dije que recogería mis cosas y me iría.
Prefería eso a que Susanna llegase y me pidiera que me fuera. O peor, que llamase a alguien y al llegar encontrase mis cosas en la puerta.
¿Y mi tío?
No quería avergonzarle.
Hacía años que trabajaba para Trevor O'Connell.
—Quédate. Entraré a verla y saldré en un rato. Dudo que nos dejen quedarnos mucho y sé que ella estaría feliz sabiendo que estás aquí.
—Es mejor que me vaya. Dale un beso de mi parte.
Me pongo de puntillas y beso su mejilla aspirando su olor.
Creo que podría acostumbrarme a eso, pero aprendí que no merecía nada bueno.
Mi pasado siempre se interpondría porque era incapaz de dejarlo atrás.

—Por favor. Espera a que salga y si todavía te quieres ir, lo aceptaré.
Asiento y me siento de nuevo.— Gracias.
Es su turno de dejar un beso en mi mejilla.
Observo como se marcha y me planteo irme de todas formas, sin embargo mis piernas no obedecen y me quedo allí, esperando.

Una serie de pitidos llama mi atención y buscó en el interior de mi bolso hasta encontrar el teléfono.
Pensé que lo había puesto en silencio, así que es lo primero que hago cuando lo desbloqueo.
Sorprendida, compruebo que tengo más de cien notificaciones de la aplicación a la que subo mis libros.

Encuentro muchos votos y comentarios que me sacan una sonrisa.
También tengo algunos mensajes en mi perfil y un mensaje privado.
Este último es desde hace un minuto y cuando veo de quien es, me pregunto si no es cosa del destino.

Hola Erika, te escribo para decirte de nuevo cuanto me atrapó tu historia.
Tengo un amor imposible o al menos yo creí que lo era.
En este momento estoy preparando mi equipaje porque estaré fuera un año.
Mi corazón va a quedarse aquí, con él.
Una vez me dijiste, que por amor se hacen grandes locuras.
Me metí en el lago completamente vestida para rescatar el colgante que él me compró y luego lanzó al enterarse de que me marcharía.
Me llevo el colgante conmigo.
Solo quería decir hasta pronto. Estaré desconectada un tiempo y espero que a mi vuelta, tu historia esté terminada.
Mucha suerte con ella y recuerda que cuando estás bloqueada, debes cerrar los ojos, respirar hondo y abrirlos de nuevo.
Cuídate, Hope.

Releo su mensaje un par de veces y decido que seguiré su consejo.
Justo cuando voy a responder, una sombra me tapa la luz y levanto la vista esperando encontrar a Trevor.
Debí mirar sus zapatos antes.

—¿Por qué sigues aquí?
—Quería saber si Jo despertó.
—Lo hizo. Está con su padre y yo iré en un momento. Es hora de que te vayas.
Recordando las palabras de Hope, cierro los ojos, respiro hondo y los abro de nuevo para encontrarme con una mirada burlona y de superioridad.
—Estoy en un lugar público y Trevor me pidió que...
—¿Trevor? Él es señor O'Connell para ti. Te he acogido en mi casa por apenas calderilla, y ¿así me lo agradeces? Eres una pequeña...
—Yo que tu no terminaría esa frase. Te lo dije antes y lo repito. Es mi casa, y si le vuelves a faltar al respeto a Erika juro por nuestra hija que te lo quito todo.

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No me matéis!!!!
almarianna mil gracias por desbloquearme!!!
Mereció la pena la espera???

Un beso enorme y hasta el siguiente capítulo.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora