De vuelta a casa

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Antes de empezar, para los que no estáis en el grupo de mis libros, os he dejado en el multimedia a Susanna.
Y ahora si... Empezamos.
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Erika

No llegué a detener a un taxi.
Mi pasado había vuelto a encontrarme y esta vez acepté enfrentarlo.

Craig conducía a mi lado en silencio, pendiente de la carretera.
Yo no le había dicho hacia donde debía dirigirse. Él dijo que teníamos que hablar, y acepté.
Supongo que debió sorprenderme más el verle en el hospital a esas horas al mismo tiempo que yo, pero si había algo que sabía con certeza de Craig, era que tendía a proteger a las personas que le importaban. Y había dejado claro que yo era una de esas personas.

Detuvo el coche en una cafetería veinticuatro horas en medio de la autovía, y se volvió hacia ella antes de bajarse.

—Gracias por venir.
—No tenía alternativa. Hubieses regresado por mi una y otra vez hasta que aceptase.
—Esperé hasta que creí que había pasado el tiempo suficiente, y lo ha hecho.
—No para mi. Nunca será suficiente.
—¡Tienes que dejar ir lo que ocurrió!
La puta de esa mujer iba a usarlo de todas formas. Eran tal para cual. Lo que hiciste estuvo mal, pero esa boda era una farsa de todos modos. Dos días después descubrimos que esa mujer había vaciado las cuentas de mi hermano antes de salir del país.

Sin duda eso me sorprendió, pero la culpa seguía ahí.
Mirando atrás, ni siquiera puedo llegar a pensar en que clase de chica era.
Pensé que estaba enamorada. A día de hoy todavía lo pienso, pero siempre supe que irrumpir como lo hice no haría que él me amase.
Siempre dejó claro que yo no le interesaba.
Y ahora sabía que quien realmente quería estar conmigo está ahora a mi lado.
Si hubiese sido más consciente entonces las cosas habrían sido muy distintas, sin embargo, no importa cuantas veces mire e intente ver algo en Craig que me guste.
Es guapo y simpático, y sobretodo muy dulce, pero no me mueve ni las pestañas.

—He venido a por ti. Me ha costado un poco encontrarte. Nadie quiso decirme a donde fuiste, pero entonces tu madre recibió una carta tuya estando yo allí y vi la dirección. Cogí el primer vuelo y aquí estoy.
—¿Por qué?
—Te quiero. Es así de sencillo. Te quería entonces y eso no ha cambiado. No he sido capaz de tener una relación con otra mujer. No he dejado de pensar en ti y después del funeral...
—¿Que funeral?
Pero incluso antes de que lo diga, sé la respuesta.
—Mi hermano.
Tengo que volver a casa.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora