Joley

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Erika

Tal y como llegué a la calle mi respiración empezó a normalizarse, hasta que le vi salir corriendo con Joley en brazos y subirse a un taxi.
No me vio y todo lo que pude oír a pesar del ruido, fue su destino.
El hospital.
Quizá fuese por el cariño que le tenía a la pequeña, pero él parecía asustado, por lo que me subo al taxi que se detiene frente a mi y le pido al conductor que le siga.
El hombre me mira a través del retrovisor.
Lo más seguro es que piense que soy una novia celosa tratando de corroborar que mi novio me la pega con otra. Nada más lejos de la realidad.

Llego al hospital veinte minutos después. Tiro sobre el asiento delantero un billete de cincuenta dólares, lo que es más que de sobra y bajo sin esperar el cambio.
Corro hacia el interior y veo como un par de médicos tumban a Joley en una camilla mientras su padre observa todo paseando de un lado al otro tirando de su pelo.

—Posible apendicitis. Hay que llevarla dentro.
Uno de los médicos se marcha con Jo, y el otro se acerca a Trevor, quien no pierde de vista a la niña hasta que desaparece tras una puerta abatible con las palabras Prohibido el paso en un gran cartel con letras rojas.

—Cuando se sospecha la presencia de apendicitis, recomendamos la colocación de una vía intravenosa (IV) para la administración de líquidos, análisis de sangre y de orina, y un ultrasonido o una tomografía computada para confirmar el diagnóstico. Luego, someteremos a su hija a una cirugía para extirparle el apéndice. Esta operación se conoce como apendicetomía. Es un procedimiento simple y común.
El médico que se quedó explica todo a Trevor y yo escucho a un lado manteniéndome en silencio esperando a que continúe.

—Si el apéndice no ha estallado y no hay complicaciones, su hija permanecerá en el hospital durante 12 a 24 horas después de la cirugía.
Si las lecturas de frecuencia cardíaca, respiración, presión arterial y temperatura son normales, podrá volver a casa.
>>Hay que tener en cuenta también que pueda comer y beber sin vomitar.
Si efectivamente el apéndice estalló, es posible que se le receten antibióticos. Tal vez deba permanecer en el hospital hasta que la infección desaparezca. Después de la cirugía, su hija podrá comer una dieta normal. La mayoría de los niños regresan a sus actividades normales en una o dos semanas.
—Gracias doctor.
—Vamos a proceder con lo que le he explicado. En cuanto todo acabe, alguien saldrá a hablar con usted.

Una vez el médico se aleja, me acerco despacio y cojo su mano.
Él aprieta la mía pero no dice nada, solo se sienta en una de las sillas del pasillo sin soltarme.
Cuando estoy a punto de hacer lo mismo, tira de mi para ponerme entre sus piernas, rodea mi cintura con sus brazos y apoya la frente contra mi vientre.
Sus hombros se sacuden y es cuando comprendo que está llorando.

—Tuve tanto miedo. Iba a salir detrás de ti cuando la oí gritar. Pensé que tenía una pesadilla, pero se quejaba mucho de dolor en el abdomen, tenía fiebre y vomitó un par de veces. No lo pensé.
—Hiciste bien en traerla aquí. Es mejor prevenir.
—Ella es tan pequeña... Joley es todo lo que tengo. Ella es todo lo que importa.
—Jo estará bien. Ya lo verás.
Su agarre se intensifica hasta que escuchamos el resonar de unos tacones.

—¡Trevor! ¿Donde está mi muñequita? ¿Donde está? —Susanna irrumpe en el pasillo como una gran fuerza de la naturaleza. —¿Qué haces tu aquí, Erika?



La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora