Cuando se vaya

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Estoy harto de Susanna. Bastante tenemos con que hayan operado a mi niña, como para tener que soportar sus celos absurdos y sin sentido.
Si, Erika me gusta. Joder, me gusta muchísimo, pero yo no tengo porque darle ningún tipo de explicación y Erika todavía menos.

Estoy realmente planteándome llamar a mi abogado y recurrir toda esta mierda. No es que no lo pensase antes, pero después de ver los dibujos de Joley y tras este numerito que encontré al salir un momento al pasillo ha sido el detonante.

-No es necesario ser tan melodramático, amor.-desdeña mis últimas palabras con un gesto de mano.- Solo estaba teniendo unas palabras con Erika. Nada del otro mundo.
-Escuché cada palabra, amor, y voy a pedirte de nuevo que contengas tu lengua antes de que te quite la casa y el coche. Ya cancelé tus tarjetas. No lo olvides.
Levanta la barbilla indignada,sacude su melena y se aleja dirección a la cafetería.

Me vuelvo hacia Erika, quien mantiene su mirada en el suelo y sostiene su teléfono entre las manos.
Lo sostiene con tanta fuerza que por un momento creo escuchar que cruje.

-¿Estas bien, hermosa?
Asiente un par de veces pero no me mira.
-Me iré ahora. Me pediste que me quedase hasta que salieras, y estás fuera así que...
-Te pediré un taxi.
-Creo que soy perfectamente capaz de hacer eso por mi misma. Llamaré mañana para preguntar por Joley. Buenas noches.

Se acerca a las sillas, coge su bolso y su chaqueta y se marcha.
No contemplo la idea de seguirla. Creo que lo mejor que puedo hacer es dejar que descanse y mañana hablar con ella tranquilamente.
Y esa es exactamente mi idea, hasta que la veo cruzar la puerta de entrada y veo quien va tras ella.
El mismo chico con el que chocó en el centro comercial.
¿Acaso está siguiéndola?
Justo cuando doy un paso en su dirección, el doctor aparece y me informa que Joley está despierta y llorando preguntando por su papá.
Doy una última mirada hacia la puerta y después sigo al doctor.
Mi niña siempre irá primero.

*****

Susanna

Lanzó mi bolso contra la mesa antes de coger la taza de café y acercarla a mis labios.
Estoy cabreada.
¿Quien demonios se ha creído que es?
¿Acaso ahora Trevor es un asalta cunas?
Erika podría ser mi hermana pequeña y ni siquiera le veo atractivo.
No se arregla, y desde luego no tiene donde caerse muerta. Es una don nadie.
Ella me dijo que escribía, pero eso no es nada importante. Ha publicado un par de historias y ya se cree que va a vivir de eso.
No es más que una niña.
Es por eso que la tengo cuidando a Joley.
Necesito tiempo para mis actividades extra maternales.
No puedo estar todo el día con mi hija.
Todavía soy joven. Bien podría encontrar un buen partido, aunque sin embarazarme esta vez.
Mientras eso no ocurra, me divierto con José. Lástima que no aspire a más que a un simple jardinero. Él sabe exactamente como complacerme.
A fin de cuentas, lleva años haciéndolo.
Me pregunto porque Trevor no le despidió sabiendo la de veces que follé con él.
Probablemente no le importa.
Y probablemente a mi no debería importarme con quien folla él, pero lo hace.
Como matrimonio no funcionamos, pero nadie me ha follado nunca como Trevor, y la idea de él con otra...

Acabo mi café y me levanto para ir de nuevo junto a mi muñequita.
Nadie puede decirme que no amo a mi hija y nadie me quitará su amor.
Cuando volvamos a casa me aseguraré de vaciar la casita de la piscina. Podría montar un spa allí.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora