Pasado

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Erika

Si el beso que yo le había dado aquella tarde, tambaleó mi mundo, este de ahora movió el suelo bajo mis pies.

Lo que empezó como algo rudo, se volvió lento, hermoso e imposible de olvidar.
La forma en la que sus labios se movían sobre los míos, el modo en el que su lengua luchaba con la mía y profundizaba en mi interior.
Nunca nadie me había besado de este modo.
Trevor O'Connell estaba despertando la parte de mi que había enterrado cuando todo ocurrió.

Encontrarme con Craig, o más bien darme de bruces contra su pecho, me devolvió atrás en el tiempo.
Craig era el mejor amigo de él, y su hermano.
Fue el padrino en su boda. La que yo arruiné.

Me aparto de golpe de Trevor porque no quiero que siga tocándome.
Cada vez que está cerca mis sentidos se adormecen y no soy consciente de nada a mi alrededor.

-Erika...
Sus ojos están nublados. Me desea. Y le deseo, pero no puede ser.
-Por favor, solo... Lamento haberle besado antes. Parece ser que actúo sin pensar.
-¿Y ahora?
Observo como su pecho sube y baja de modo acelerado. Sus ojos recorren mi cuerpo y su lengua moja sus labios como si planease devorarme.
Me remuevo incómoda en mi lugar, de pie frente a él, mientras dejo que siga observándome.
Obligo a las palabras salir de mis labios aun cuando los siento resecos.
-¿Ahora?
-¿También fue un error?
-Usted me besó.
-Y por tus gemidos resonando en mis oídos, lo disfrutaste.
Esas palabras me devuelven de golpe años atrás.
Yo solo tenía diecisiete años.
Mi pelo era rubio entonces.
Creí que podría tener todo lo que quisiera, y eso incluía a Derek.

Había peleado, coqueteado, insinuado e incluso ofrecí mi cuerpo a él, desesperada por tenerle.
Nada sirvió.
Él amaba a su novia y se burló de mi, insinuando lo degradante y facilona que era por actuar como lo hacía.
Y me vengué.
Cuando meses después me planté en la iglesia frente a todo el pueblo y grité a pleno pulmón que había engañado a su novia con una menor, su genial y perfecta novia le dejó, no sin antes avergonzarme frente a todo el mundo.

Craig fue quien me sacó de allí, me subió a su coche y condujo hacia mi casa.
Cuando detuvo el coche yo era un desastre lloroso.
Él nunca me culpó por lo que hice.
Nunca entendí el porque. Hasta que me lo encontré hoy.
Por eso besé a Trevor O'Connell.
Y besarlo fue suficiente para que Craig se marchase.
Solo esperaba que no volviese.
Rechazarle una vez ya fue lo suficientemente doloroso.

Retrocediendo hacia la puerta, escapé por segunda vez de este hombre.
Regresaría a la casita de la piscina, recogería las pocas cosas que tenía y encontraría otro lugar en el que quedarme.
Extrañaría a mi tío y a Joley, pero era mejor así.

Él no me siguió o impidió que me marchase.
Y lamenté que no lo hiciese porque no quería tener que decir adiós.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora