Wammy's Boys (pausada temporalmente)

"T" - Mail Jeevas (parte 4)

Consumir únicamente pastillas sería algo muy sencillo, ahorcarse es una tortura, aventarse del edificio más alto de ahí crearía traumas a los demás, la electrocución no es una opción... Pero un corte profundo en ambos brazos tal vez ayude.

Ese era el fin, ya no podía con ese dolor, pasé dos años así, al menos debieron darme el crédito por aguantar tanto.

Me escabullí una noche dentro de la cocina, cuidando muy bien que no estuviera nadie del personal; tomé un cuchillo pequeño de un cajón y salí corriendo al escuchar alguien entrar... Por suerte no me atraparon.
A la mañana siguiente, preparé todo: recogí la habitación, saqué las pastillas de su sitio, coloqué el cuchillo sobre la cama, incluso escribí una carta de despedida:

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Ya fué suficiente, no puedo más. Nunca me había sentido tan solo desde que mis padres me abandonaron, ahora sin Mello me siento desolado. Llevo dos años soportando los constantes "todo estará bien", "ya pasará", "lo superarás"... No, nadie entiende esto. Roger, reconozco que trataste de hacer todo a tu alcance, pero me rendí; no te culpes, por favor, fue mi culpa por no aguantar lo suficiente. Near, pasamos muchos tiempos buenos juntos, pero fue tu culpa que Mello se fuera, lo sabes y no te importa un carajo; sin embargo, no serás culpable de mi muerte, de eso me encargo yo. Mello... Gracias por todo, te amo.
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Recargué mi espalda contra la cabecera de la cama, tomé una gran cantidad de pastillas y, sin apuros, presioné el filo del cuchillo verticalmente justo en mi antebrazo izquierdo y derecho, la sangre empezó a correr. Arrojé el cuchillo lejos de ahí y solo cerré los ojos, sintiendo el efecto de la droga y ese líquido rojo espeso y caliente cayendo sobre mi pantalón. Pasaron unos minutos, cuando alguien entró por la habitación. Una de las niñeras entró y, al observame, salió pidiendo a gritos por ayuda, aunque yo solo podía escuchar todo como un eco lejano. Varias personas entraron, veía como se movían lentamente -aunque en verdad no lo hacían-, uno de los profesores vendó ambos con distintas camisetas mías, mientras que otros me cargaban para dirigirme a un auto y, después, este mismo arrancó a toda velocidad. Una maestra trataba de mantenerme consciente, preguntaba por mí nombre y edad, pero no podía mover la mandíbula... Después, solo me desmayé.

Desperté en una camilla de hospital, con cables y tubos conectados a mi cuerpo, con los antebrazos vendados. Solo venían a visitarme algunos personales de la institución, ni Roger, ni Near, mucho menos Mello -como deseaba una entrada triunfal-, se aparecieron por ahí. Estuve casi una semana internado, debido a la perdida de sangre y la recuperación de las heridas. Al llegar a Wammy's, había un inmenso y abismal silencio, como si estuviera abandonado el lugar; en Wammy's, los intentos de suicidio y los suicidios como tal, eran muy comunes y, una manera de respeto, era el guardar silencio.

Al pasar de los meses, tuve que asistir al psicólogo otra vez, pero es que ni él podía borrar el vacío que aún sentía.

Antes, todos los chicos me hablaban -aunque sea un poco-, ahora, solo me observaban cual bicho raro. Se notaba que nadie de aquí sabía tratar a alguien con depresión y peor aún, a alguien que ha intentado suicidarse... Bueno, a excepción de Near.
Una vez, mientras estaba comiendo acompañado por mi soledad, Near se sentó delante de mí.
— Hola, Matt. — dijo educadamente.
— ¿Qué es lo que quieres? — lo miré de manera cortante, no lo quería cerca.
— Escuché lo que te pasó — señaló una de mis manos.
— ¿Y a ti qué más te da?, Lárgate. — le dije sin alzar la voz.
— Yo nunca he sido rudo contigo, no sé por qué te comportas así — seguía con esa actitud monótona que lo caracteriza.
— ¿Qué? ¿Acaso no leíste la carta? — reí burlonamente.
— Si, lo hice... Pero Mello se fue por su propio pie, yo no lo obligué. — subió y bajó los hombros — Incluso, le sugerimos Roger y yo que trabajaramos juntos, pero él se negó y se fue.
— Mientes — bajé la mirada.
— Bueno, da igual lo que creas, digo la verdad.— se quedó un buen rato en silencio, luego continuó — ¿Lo hechas de menos?.
— ¿A Mello? — dije observándolo, él asintió — No tienes idea.
— Si, yo también — ¿Near, extrañando a Mello? ¿NEAR?, Debe ser una broma de mal gusto, o simplemente lo dice para empatizar.
— ¿Tú? — sonreí burlonamente otra vez.
— Se escucha raro, pero es cierto. — dirigió su vista al techo — Él me detesta, pero yo no lo hago, al contrario...
— Ten cuidado con lo que vayas a decir, pelusa — interrumpí más serio.
— Descuida, no es lo que tú piensas — sonrió un poco y volvió a verme— Yo los quería a ambos de amigos, siempre fui un niño solitario, así que no tenía muchos precisamente. Pero Mello hizo que me alejara antes de que siquiera me acercara.— quedé en silencio — Son como mis hermanos mayores, así como lo había dicho "L", porque nos apreciamos, pero a la vez peleamos, incluso, somos  parecidos en ciertas  cosas.— desvió su vista un momento y siguió— Y ahora tú estás haciendo lo mismo que Mello: me estás alejando antes de acercarme.
— Y-yo no... — me dejó sin palabras — No sabía que sentías eso por nosotros.
— Descuida, es la primera vez que lo cuento.— volvió a sonreír — Ahora, quiero proponerte algo.
— Dime...
— Si ambos estamos dispuestos a dejarnos de reencores, quisiera pedirte que vengas conmigo.
— ¿Cómo? — ¿Para qué?.
— Estoy a punto de irme en unos días, creo que ya soy lo suficientemente mayor para salir de aquí. Aún así, necesito alguien que me apoye con ciertas cosas, además de posiblemente ayudarme con el caso de Kira. Y, seamos sinceros, ya no te beneficia el estar aquí encerrado... Así que... ¿qué dices?, ¿tenemos un acuerdo?.

Empaqué todas mis cosas, esperé unos cuantos días, me despedí de Linda y de Roger y ambos nos fuimos directo a Estados Unidos... A Florida.