La dueña de mis pensamientos

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Sábado por la mañana, todo parecía normal y alegre, no había clases, el día estaba soleado, todo se encontraba tranquilo en casa. O al menos eso aparentaba ya que en la mente del chico se estaba haciendo un desastre tormentoso, había tomado una desición que el sabía que era la indicada pero no de si era la correcta.

Los últimos días después de tener sus gafas nuevas había tenido pensamientos fuera de lo normal. Siempre había estado pensando en Zim desde su llegada, pero sus pensamientos sobre este ser ya no era en el mismo sentido. Cada vez había ciertas cosas que el alienígena hacía que le eran irresistibles al chico, se le revolvía el estomago, se ponía nervioso y sudoroso, como si se tratara de una fiebre, pero en vez de sentir que moría, sentía lo contrario, ese ser, con sus extrañas costumbres lo hacían sentir más vivo cada vez.

En ocasiones simplemente estuvo al borde de abrazarlo o quizá despeinar esa peluca falsa que siempre portaba, en más de una ocasión llego a rosar levemente la mano del invasor uno de sus dedos dando ligeras caricias pero la retiraba inmediatamente en cuanto caía en cuenta de lo que estaba haciendo, por suerte a su favor, el invasor en ocasiones era muy inocente para darse cuenta de lo que sucedía o significaban algunas cosas.

Pero en fin... ¿De que decisión hablo cuando digo que Dib se atormenta con ello? Se estarán preguntando seguramente.

Bueno esto se dio a cabo justo el día anterior, en la clase de biología. Todo transcurría normal, todos los alumnos estaban sobre sus pupitres y la maestra acababa de entrar al salón

La clase dio inicio, se trataba sobre las enfermedades que eran mortales para los seres humanos, así que comenzó anotando una serie de lista sobre todos los posibles contagios. Los alumnos comenzaron a anotar tal lista sobre sus libretas, entre ellos incluido el invasor. El agabardinado realizaba lo mismo, hasta que un inciso llamó demasiado su atención

"Enfermedades de transmisión sexual"

No es que sea un chico precoz, ya había pasado esa etapa de su vida, pero al leer esto no pudo evitar en relacionar este tema con cierto alienígena que anotaba de forma ignorante este tema.

¿Los alienígenas tendrán sexo igual que nosotros?

¿Su forma de tener sexo es diferente a la nuestra?

O mejor dicho ¡¡¿Si quiera tienen sexo?!!

El cabezón comenzó a divagar en sus pensamientos, llegando una pregunta tras otra, hasta el punto en el que se puso a pensar en como era la anatomía completa del invasor.

En eso el chico sacudió fuertemente su cabeza haciendo movimientos de negación, por Dios estaba pensando como un completo degenerado pervertido acosador de chicos espaciales.

Se regañaba mentalmente hasta que una voz femenina en forma susurrante lo sacó de sus sucios pensamientos

- Amm... ¿Dib? ¿Qué haces?

Era Zita, últimamente, desde que dejó de estar tan paranoico sobre atrapar a Zim, se podía ver que Dib había comenzado a entablar leves amistades con ciertas personas, entre esas estaba esta chica.

- N..no nada jajaja no te preocupes - se escuchaba sumamente nerviosa la voz del chico mientras intentaba disimular su obvio sonrojo

- Jajajaja de acuerdo niño raro, si necesitas algo me avisas - comentó de forma agradable la chica mientras se levantaba para ir a la cafetería, el agabardinado solamente la siguió con la mirada de forma curiosa, quizá ella podría ayudarle con las cosas raras que sucedían en su cabeza últimamente.

Al parecer el timbre de salida al descanso había sonado sin que el cabezón se diera cuenta. Se levantó de su asiento y camino a la puerta, justo donde estaba el pigmeo esperándolo, pero en esta ocasión no estaba entre sus planes estar con el invasor

No te amo, pero eres MIO (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora