Maldita la mesa que se interponía

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Era temprano una mañana de diciembre, el chico de la gabardina caminaba sobre la banqueta gris, el frío del invierno tocaba su rosada y reseca nariz que lograba asomarse por arriba de esa bufanda azul petróleo que cubría su boca mientras mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su gabardina.

Las vacaciones ya iban un poco más de la mitad, la víspera de las festividades estaba inundando el ambiente y su relación con Zim iba avanzando poco a poco. Sin duda era el mejor fin de año que podría tener.

Las calles se podían ver repletas de gente pasando el de tienda en tienda gastando su dinero como si no hubiese un mañana. Navidad ya había pasado, increíblemente a pesar de odiar todas las festividades humanas, el alien había accedido nuevamente a pasar ambas fechas juntos, en navidad asistió a la cena y brindó un par de "regalos" a ambos hermanos.

Sus obsequios fueron básicamente unos cuantos de sus inventos que habían salido defectuosos, por lo que el los consideraba basura y era una excelente oportunidad para deshacerse de ellos. A la chica pelimorada le regaló una pistola des-integradora de materia orgánica que en lugar de volver cenizas los objetos, solo hacía que les dieran descargas eléctricas a un nivel medio de letalidad, cosa que marcó una gran preocupación y nerviosismo en el mayor de los hermanos y una pequeña sonrisa en el rostro chica, algo que no pasaba tan fácilmente.

Por otra parte, al amante de lo paranormal le regaló un aparato algo extraño que su propósito principal era convertir cualquier cosa en roca sólida, en cambio lo que hacía era congelar estáticamente a cualquier objeto, incluso seres vivos, por unos breves segundos.

El chico quedó asombrado ante tal tecnología, obviamente no era la primera vez que presenciaba aparatos alienígenas puesto que aun contaba con pedacería de la nave de Tak, la cual fue destruida por el mismo novio del chico humano cuando aun eran enemigos.

A pesar de no ser una familia correctamente funcional, su padre intentaba estar presente, aún cuando él odia la navidad ponía una pantalla por la que se proyectaba su rostro en directo desde su laboratorio en el centro de la ciudad. Por extraño que parezca, al científico le pasó de largo el hecho de que su parte de hijos no se encontrarán solos, ignoró el hecho de que un tercer sujeto se encontrara en la casa, o al menos eso se creía.

A su manera todos aportaron algo, pero ahora lo que estaba por acontecer era el cambio de año, esa festividad que solo es para conmemorar como el tiempo que tenemos de vida se agota poco a poco, pero por algún motivo a los humanos nos encanta celebrar esto.

Esa mañana el agabardinado acababa de comprar algunos aperitivos sumamente dulces para la cena de esa noche, solo iba a centrarse en cosas que el irken pudiera consumir y por lo que sus ingeniosos estudios y su estadía con el alien le habían informado, solo debían ser cosas extremadamente dulces.

Los platillos que estaba dispuesto a preparar podían ser diabéticamente letales para un humano, pero no debía preocuparse ya que, a pesar que la cena iba a ser en la casa Membrana, el científico como de costumbre iba a estar ausente, por su parte la chica se estaba preparando para salir a celebrar en otra parte, por lo que esta cena sería solamente para ellos dos. Aunque el hecho de que le preocupara las amistades de su hermana, debía aceptar que la idea de pasarla en compañía con el alien sin que ella esté en casa, le emocionaba un poco.

El chico no paraba de comprar preparativos o ver recetas pensando en como modificarlas levemente, se le podía ver ilusión y emoción en cada decisión que tomaba. Por su parte el irken estaba tomando todo como un día cualquiera, quizá por que como cada tradición humana, festejar año nuevo era algo estúpido para él, pero daba igual si tendría que hacerlo por el humano.

El irken se encontraba nuevamente en la parte subterránea de su base, sus patas robóticas provinientes de su pack estaban fuera, sostenidas en el techo mientras alzaban al irken para que pudiese alcanzar una de las partes altas de la base.

No te amo, pero eres MIO (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora