Simplemente no estaba...

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Nuevamente estaban en clases, y todo estaba sucediendo de la misma manera que antes, desde las risas del chico de gafas por el pasillo, hasta las platicas constantes entre él y la chica de cabello erizado. Incluso, pudo notar intercambiaban mensajes entre clases riendo a escondidas de los profesores. Eso era más que ridículo.

¿Qué nunca se les acaban los temas de plática?

¿O qué jamás han tenido un silencio incómodo?

Parecían amigos de toda la vida. El hecho que el cabezón se portara así, le era más insoportable al alien que cuando intentaba matarlo.

Suena el timbre de descanso e inmediatamente el invasor cierra sus apuntes y sale a paso rápido de aquella aula. Seguía sin comprender ese repentino cambio de actitud en el agabardinado así que optó por recolectar mas información al respecto dirigiéndose a la sala de computación. Aunque las máquinas fueran primitivas para sus conocimientos, sabía como usarlas y como conseguir los datos que desconocía.

Por su parte el agabardinado había salido con la chica, iban caminando uno al lado del otro, dirigiéndose justo a donde iba el resto de los alumnos, hacia la sucia y desaceada cafetería. Tomaron un par de platillos, cada uno en su respectiva charola y fueron a tomar asiento en algún lugar del área, siempre elegían una de las mesas más céntricas, justo al lado de la mesa de los chicos más populares, y aunque no se familiarizaban con ellos, les daba buena fama el que no los echen del lugar.

Después de unos instantes de sentarse en la elegida mesa, llegaron un par de sus amigos de clase y se sentaron a su lado.

El agabardinado no hablaba mucho si te fijabas detenidamente, más bien solo escuchaba las pláticas y daba pequeños argumentos para después solo seguir escuchando y riendo ante las anécdotas, pero a pesar que no era muy participativo, se veía que se esforzaba por encajar con ellos.

Minutos después, cuando todos habían ingerido lo poco que no se veía asqueroso de los platillos, se levantaron en unisono para dirigirse como ya era de costumbre a la cancha del patio y jugar sus clásicos partidos amistosos

- Esperen, ya los alcanzaré necesito entrar al baño - mencionó el agabardinado en lo que detenía el paso y redireccionaba hacia una de las tantas puertas sobre el pasillo

- Yo te espero aquí fuera Dib - respondió la de cabellos lilas en lo que el resto de los jóvenes seguían su camino. Por su parte el chico gótico asintió con la cabeza para volver a su cometido.

Por otro lado, había otro de los pasillos de la eskuela que estaba siendo escandalizado por un enano "estudiante" el cual, al no recibir la información suficiente y congruente para saciar sus dudas sobre la humanidad, comenzó a ofender y a golpear las computadoras del lugar, siendo así que la jefa de la biblioteca opto por llamar a alguna autoridad estudiantil para sacarlo del lugar, cosa que era indignante para el alien por lo cual opuso fuerza leve e inútil, terminando así gritando furioso por fuera de aquella puerta de madera color roble.

- ¡Estúpidas máquinas arcaicas de la tierra! ¡Y estúpidas reglas asquerosas de las bibliotecas! No puedo creer que hayan echado a Zim de ese lugar tan carente de información ... - refunfuñaba el pigmeo mientras pateaba un par de veces la puerta entre una de esas rabietas.

Unos pocos minutos más de gritos y berrinches por el resto del pasillo, con todos los que cruzaban mirando entre burlas y molestia a sus acciones, el invasor por fin se cansó de esto, así que fue orillado a recibir información de forma mas convencional. La cual estaba a punto de llevar a cabo.

Muy en el fondo del corredor se podía observar como un chico solitario estaba sentado en el suelo, recargado sobre los casilleros bajos mientras leía un libro aparentemente conmovedor, ya que se le podía ver que unas pocas lagrimas habían brotado anterior mente, el chico se veía sentimentalmente vulnerable, perfecto para la ocasión.

No te amo, pero eres MIO (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora