Séptimo algo: 18 años.

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Michael había comenzado a trabajar en una pequeña tienda de servicio técnico donde se arreglaban diferentes tipos de artefactos. Desde refrigeradores, pasando por lavadoras, hasta pequeños microondas. Su mamá obviamente lo apoyaba en esto, pues desde siempre le había dicho que los estudios no son todo, que hay diferentes tipo de inteligencia además de oficios, así que ella nunca lo presionó que luego de salir del  instituto, él fuera a la universidad o algo.


Por  el contrario, Luke era un caso distinto. Fue algo difícil para él retrasarse un año por esa tonta caída que lo llevó a meses de reposo y rehabilitación, que lo hizo alejarse un poco de su sueño de entrar a la universidad a estudiar  medicina, su deseo desde pequeño, pues tantas visitas al hospital lo hicieron interesarse por ese campo.


Ahora Luke volvía al instituto, a comenzar su último año donde todo era distinto. Ya no estaba Michael para protegerlo, ayudarlo y auxiliarlo, como tampoco estaban sus amigas con las que comentaba sobre los chicos guapos que veían. Ahora todo sería distinto, y ya temía enfrentarse completamente solo a ese desafío.


—Lukey, por favor ve con cuidado. Es tu primer día y no quiero venir por ti porque te sobre exigiste en hacer movimientos. La enfermera y la directora saben que si te sientes mal, deben llamarme a mí y la lista de contactos de emergencia que entregué.


—En esa lista, ¿está Michael? —preguntó con esperanza,  estirándose en los asientos traseros para tomar su mochila.


—Sí, pero dejé escrito que lo llamaran en el caso extremo que yo no pudiera venir por ti o no respondiera las llamadas, situaciones muy lejanas a la realidad. Ahora ve, has nuevos amigos y quizás  una bonita novia.


—¡Mamá! —chilló el rubio avergonzado, para luego abrir la puerta y bajar del auto, despidiéndose de su mamá.


Suspiró observando la fachada del instituto, posando su mirada en los grupos de chicos que reconocía de años anteriores. Todos estaban con amigos, todos se reencontraban, todos sonreían y él estaba solo, esperando que ese año avanzara rápido.


—Sabes que nadie te va a matar allá dentro.


Se volteó con lentitud y finalmente una sonrisa se instaló en sus labios como la tenían sus compañeros. Michael estaba a pasos de él, sonriéndole y acompañándolo en aquella etapa que debería enfrentar.


—¡Viniste!



—No podía perderme tu primer día de último año.


Luke olvidó las palabras de su mamá y caminó con rapidez hasta Michael, cojeando por supuesto, una consecuencia de aquella caída que lo perseguiría toda su vida.


Le dio la mano a Michael para luego abrazarlo y darle dos palmaditas en la espalda como acostumbraban siempre, aunque aquel abrazo duró mucho más tiempo.


—Luke, por favor, cuídate. Ahora estás sin mí, y aunque yo esté angustiado trabajando, no podré venir por ti porque se te cayó un pelo o se te salió una uña. Necesito que estés consciente que debes cuidarte solo, que no podré correr y maldecir a todo el mundo porque te caíste y te raspaste la rodilla y un pequeño besito te quitaría el dolor.

Kisses》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora