Capítulo 24: Distancia.

462 58 24
                                    

Jimin despierta a causa de los molestos rayos de sol que entran por la ventana del cuarto de su pareja, la cual, se encontraba bajo él mientras el menor dormía sobre su pecho. Mira el pequeño reloj sobre la mesita de luz, notando que este marca las 7:10 de la mañana.

—Hyung... —lo llama con intenciones de despertarlo—Hyung... —repite, esta vez moviéndolo un poco— Tenemos que levantarnos.

—Mhm... —balbucea con la voz ronca, sin abrir los ojos— ¿Qué hora es?

—Las siete y diez.

—Tengo tiempo.

—Su alarma suena a las siete y cuarto, son solo cinco minutos.

—Son los cinco minutos más preciados. —susurra, intentando volver a dormirse.

—Tengo hambre... —susurra, como si se tratara de un niñito pequeño— ¿Puede bajar a desayunar conmigo? No me deje solito...

El mayor siente una inmensa ternura cuando su pequeño usa diminutivos, por lo que quiere molestarlo un poco y simula estar durmiendo. Jimin por su lado no obtiene respuesta, por lo que piensa que su novio había vuelto a dormirse. Una idea surge de la cabeza de Park, y comienza a repartir besos en el cuello de YoonGi, mordiendo con suavidad en algunas ocaciones.

—Que pesado eres. —suelta el pelinegro, sonriendo, para luego abrir los ojos y encontrarse con los del menor.

—¿Me acompaña a desayunar? —repite, con una sonrisa triunfante.

—Solo si me das muchos besitos.

El peligris suelta su típica risita de bebé y se sube a horcajadas sobre el contrario, se inclina y comienza a repartir besos tiernos en el cuello y rostro de su novio.

—¿Ahora sí? —posa sus manos sobre sus muslos, mientras que el pelinegro acaricia con ambas manos la cintura del menor.

Suga toca sus labios con su dedo índice repetidas veces en respuesta.

—No, Hyung —se niega—. Acabo de despertar, tengo mal aliento.

—¿Y? —se encoge de hombros.

—Que debe esperar a que me lave los dientes para que le de un besito.

—No seas tonto —lo toma del brazo y lo tira hacia él intentando acercarlo, pero este se resiste.

El despertador comienza a sonar, logrando que Suga se volteara y Jimin lograra safarse de su agarre, parándose así descalzo sobre el frío piso de madera.

—Salvado por la campana, pequeño. —exclama Suga, mientras observa como su chico se coloca las pantuflas de perrito y se acerca a la puerta.

Ambos se levantan y bajan las escaleras aún en pijama.

—¡Buenos días! —saluda Jimin con alegría al resto de los chicos en el comedor, como si fueran las dos de la tarde.

—¿Y Hoseok? —pregunta el pelinegro, al ver que es el único que falta en el lugar.

—En el jardín delantero —responde Jin— ¿Le llevas esto? —le extiende un plato con dos tostadas con mermelada de fresa.

Una latina en BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora