Desperté con algo de vértigo, mi garganta me dolía junto con mi cabeza. Mierda, siento mucho dolor que simplemente me lastima la luz del sol, me estiré un poco pero mi hijo no estaba, me levante rápido y un dolor sacudió mi cabeza, no me importó, me levante como pude para salir de la habitación.
—Cariño habló Hi...¿qué haces de pie?—expresa mi madre agarrando con fuerza del brazo y llevándome a la cama otra vez.
—¿Donde está Axel?—exclamé a duras penas. Ella me mira con seriedad y pone su mano en mi frente y la quita con rapidez.
—Estas hirviendo—me mira preocupada—Tendré que llamar al...
—¡¿Donde está...?!—exclamé con fuerza pero escucho su voz por la puerta, ambas volteamos y estaba ahí con seriedad.
—Hijo, porque no regresas a mi habitación, mamá no se siente muy bien el día de hoy—solo asiente y regresa a la habitación sin decir nada.
—Tengo que llamar al doctor—expresa mi madre, niego con la cabeza y me levanto nuevamente para ir a mi ropero.
—No, estoy muy bien y tengo que ir—todo se vuelve obscuro.
(...)
Una máquina hace que abra los ojos poco a poco, me
encontraba en el hospital, trató de levantarme pero una manguera que se conectaba en mi brazo me lo impedía.—¿Hija?—volteo a la derecha y era mi madre, sentí como me abrazaba con fuerza, no entiendo qué es lo que había pasado. En eso entra el doctor junto con Hipo.
—Hola señorita Dumbrog, ¿Cómo se siente?—no podía despegar la mirada en Hipo, el se encontraba muy serio, no alzaba la vista para poder mirarme pero me intrigaba el motivo por el cual ambos estábamos ahí.
—Bien—regreso la mirada al doctor.
—Mire señora, usted no debe porque arriesgarse a que le suba la fiebre, pudo perder a su hijo, fue un milagro que llegara a tiempo—abrí mis ojos al escuchar aquellas palabras.—Le comentaba a su esposo—Señala a Hipo y ambos lo vemos con cierto asombro— que ya no tiene que laborar o por lo menos no hasta que el bebé nazca...—entra una enfermera y le hace una seña para que se acercara.—Permítanme—. Sale de la habitación y me recuesto poco a poco.
—Ay hija, tienes que ser más cuidadosa—toma mi mano, sentía la mirada de Hipo y sin pensarlo toco mi vientre.—tendré que cancelar mi viaje a Noruega.
—Quizá...no tenga que cancelar su viaje—ambas volvamos a ver a Hipo—puedes quedarte en mi casa, es de un piso y podrás hacer el trabajo desde mi lap.
—Gracias Hipo, pero es...—me interrumpe mi madre.
—Una buena idea—la miro sorprendida y ella lo mira con una sonrisa. ¿Acaso estaba loca? ¿Cómo me quedaría en su casa de Hipo?, después de todo lo que había pasado entre nosotros, estar con el nueve meses, bueno, solo hasta que mi madre regrese.
—¡Entonces ya está! Pasaré hoy por tus cosas para que cuando te den de alta nos vayamos directo a mi casa–.