Capitulo 22

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—Vaya...es bonita tu casa—expresé al verla, el bajaba a Axel de la camioneta para que pudiera verla igual.

—Mami—toma mi mano con algo de impaciencia—¿aquí vamo a vivir?—sonrió ligeramente y niego la cabeza, jamás hemos tenido un lugar fijo hasta que encontramos aquel departamento donde vivíamos.

—Por favor, pasa Mérida...te enseñaré donde te vas a quedar Axel—.Toma mi maleta y camina con una amplia sonrisa, al entrar un perro labrador salta sobre Hipo, mi hijo se asusta y se pone atrás de mi—Axel, no temas, el es chimuelo, es un amigo—el no quiere acercarse pues técnicamente el perro es mucho más grande que el.

—Creo que aún no es correcto Hipo, dejar que esté con un perro...más grande que el—. Él rio y le hace una seña al perro haciendo que esté se centrara.

—Tranquila, chimuelo no hace nada, está entrenado y es lindo con los niños del hospital—expresa con una sonrisa, yo lo miro con seriedad sin entender a qué se refería. Siento como Axel se separa de mi y camina con temor hasta Hipo, veo como el toma su pequeña mano para poder acercarlo a él y cargarlo para centrarlo en su pierna ya que se había invado.—Tranquilo, no dejare que nada te pase—abro un poco mis ojos al escuchar aquellas palabras haciéndome recordar a mi esposo. Sentí, no un vacío, si no, como si aquel hueco qué hay en mi alma se llenará otra vez.

—Mía mami—al reaccionar pude ver como mi hijo montaba aquel perro como si fuera un caballo.

—Bajaré las otras cosas—volteó ligeramente, estábamos muy cerca, tanto que podía escuchar su respiración.

—si, está bien—exprese algo sonrojada.

(...)

—Este será tu cuarto está a lado del mío por cualquier cosa, también hay dos cuartos extra, ya sabes, por si Axel quiere su propia recámara—. Sonrió ligeramente y entró aquella enorme habitación, toda era color blanco, incluso los muebles a excepción de la habitual como es la televisión algunas plantas junto con la maceta—Dejare al pequeño dormir—, Hipo traiga en brazos a Axel, volteo a ver cómo lo recuesta delicadamente no la cama y le pone unas almohadas a las Gorillaz para que no fuera a caerse. Sonrió ligeramente al ver tales acciones que ha tenido.

—Gracias—el alza la vista—por todo—abre un poco su mirada, no se esperaba aquellas plantas pero es mucho lo que está haciendo por mi, no sé qué es lo que quiere lograr, mi madre me dijo que posiblemente era para sentirse mejor por lo sucedido hace años atrás, suena lógico si lo piensas así.

—No tienes que agradecer nada, Merida—expresa con seriedad—estas en tu casa y cualquier cosa estoy para servirte—sonrió ligeramente y vuelvo a colocar mi vista en aquella enorme ventana, tan bella, tan...perfecta.

Ojos azul cíelo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora