Capítulo 11

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"Llegue a casa, estoy bien. No vuelvo a confiar en vos para bajar del balcón! Me duele todo. Nos vemos mañana, te quiero!!" - Mensaje de Pancho.

Estoy recostada sobre la cama. 

Luego de entrar a mi habitación baje a comer algo con diego y regresé rápido a mi cama con la excusa de estar cansada. 

No pude dormir bien, no pude dejar de pensar en Enzo; incluso salí al balcón a mirar si seguía ahí luego de comprobar por tercera vez que no estaba. 

Me siento defraudada, no tanto con él sino conmigo misma, por darme cuenta muy tarde de lo que sentía. Lo deje escapar... No, es peor, yo lo aleje de mi vida y ahora me siento vacía sin él... Es una locura, hace tan poco que nos conocemos. 

Pero he vuelto por el, el me regreso a la vida de donde quiera que me escondiera; puso mi mundo al revés y no me quedó más opción que salir precipitada a la superficie. Es algo tonto pero desde el momento en que nos vimos en el cumpleaños de Sofi he pensado en él, luego nos volvimos a juntar en el lago y con él me era tan fácil hablar, liberarme, ser yo misma; me sentí segura y comprendida por alguien como hace mucho tiempo no lo sentía ni siquiera con mis seres más queridos. 

Luego me sentí explotar, quebrarse en mil pedazos mi alma entera cuando vi la expresión de pena en su rostro al hablar de mi ataque en la cabaña, me sentí engañada por todos, sí, pero debo reconocer que también me dolió muchísimo que él pudiera comenzar a verme de otra forma, de la forma en que todos me miraban; de pasar a ser para el tambien la chica que fue vilmente atacada en la cabaña. 

Me sentí una victima mas, otra vez, presa en ese mundo de personas sin voz ni rostro, espejos de las desgracias del mundo, receptores de la pena de personas que no conocen ni uno de sus mil pesares...  Pero todo eso lo sentí yo, él no me hizo sentir así, no le di tiempo por miedo a no soportarlo y me escondí tras un manto de ira como la cobarde en que me había convertido.

¡Cobarde! ¡Como eso me estaba comportando! Como una cobarde y yo no soy así, o al menos intento no serlo. Me pongo de pie de un salto y salgo corriendo a bañarme y vestirme.

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- ¿Ina?

- Hola, me preguntaba si te apetece desayunar conmigo y conversar un poco

- Cielos, son las 8:30 de la mañana- murmuró pasando una mano sobre su cara y su desordenado pelo negro

- Por eso el desayuno sino te invitaria a un almuerzo- dije insistiendo pero intentando que pareciera solo una broma

- Tienes toda la razón, pasa. Solo me sorprendiste, pero eso no es raro contigo Ina- Entre a su casa, y en realidad era la primera vez que lo hacía, se veía bohemia pero no repleta de colores o sobrecargada sino que realmente estaba todo en sincronía y ordenado. Me encantaba- Me doy una ducha rápida y me dices a dónde vamos. 

- No Enzo, no pensaba en causarte tanto desacomodo en tu rutina repentinamente, solo quería tomar algo junto al lago y pensé en invitarte. 

- Como tu quieras- dijo al instante y me sorprendió porque aunque suene más acosador de lo que debería yo estoy totalmente segura de que la chicha del balcón no ha salido de esta casa. ¿Porque no le molesta que la vea? ¡Dios! Seguro el muy patán me ve solo coma una amiga, como la chiquilla que vino a ayudar y no me toma enserio. 

Respiro hondo, <<Carina calma, tu tienes la riendas de este juego y no viniste para darte por vencida>> me digo a mi misma mentalmente y sonrío.

Perdida en mi (#PGP2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora