Capítulo 5 "Otelo, el moro de Venecia"

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Ya era de mañana, el joven decidió no levantarse para ir a la escuela. Y aunque no quiso sentir remordimiento alguno, los recuerdos de su amigo le rasguñaban el corazón haciéndole sentir cataratas que no caen. Curioso, se le podía preguntar a sus sentimientos y no había duda de ello. Pero en su rostro ni una gota hay. El joven odiaba sentir culpa y sentimientos sinceros hacía demás gente pues toda esa gente lo lastimo a lo largo de su vida y formando una índole entre sus diversas personalidades se hizo la idea de no sentir cosas de esa magnitud para poder fomentar indiferencia, no consolidar la empatía y así terminar el sueño del eterno recuerdo sufrimiento. Una voz recóndita le mostraba fragmentos de su niño interno y todo lo que juro proteger, creer y amar. Aún sin desarrollar esa ideología de belleza pues la sociedad define el término belleza y para el niño todos podían ser bellos y con amor podían contemplarse todo eso. >>Toma Leonel, tu regalo por tus 9 años<<, una joven Angélica que le daba su regalo en su cumpleaños. El más joven aún Leonel Wildeley abrió su regalo rápido.

—Te deshiciste de la envoltura tan rápido y tanto que me costó envolverlo —exclamó Angélica algo molesta.

—La envoltura solo oculta lo de verdad valioso, lo que hay adentro es lo importante Angélica. Como los dulces, se le quiere por lo que hay adentro —Leonel entusiasmado sonriente.

Una gota mientras recordaba ese cumpleaños salió de él y con los ojos cerrados no se percató del suceso de la gota.

—No llores amo Adonis. Ya no eres feo no tiene que llorar nunca más porque mancha tu pintura con eso —mientras retiraba la gota de la cara el ser espectral.

—Llámame Leonel —abrió los ojos y se sentó en su cama —. Me duele algo la cabeza Peccatum así que no hagas mucho ruido.

—Es por la batalla interna. Tus sentimientos están chocando y eso nubla tus decisiones y emociones a tal punto que una mitad está sollozando y tu otra mitad esta rebuscada en ira y por eso lloras de un ojo. Dime, ¿aun tienes aquel collar que te dio Angélica de amigos en tu cumpleaños?

Al escuchar las palabras de Peccatum sintió un nudo en la garganta y un frio en su corazón. >>¿Lee mis sueños y pensamientos?<<. Una incógnita bastante perceptible a lo obvio aunque duela lo obvio se juzga de diversas maneras haciendo lo obvio a veces incierto, improbable o imposible.

—No me puedo deshacer de mis sentimientos Peccatum... —exclama mientras tapa media cara recordando.

—Yo te puedo ayudar. Será tu pecado. El pasado que tanto atormenta. Te puedo decir el precio esta vez.

—¿Cúal es el precio Peccatum?

—El precio de tu futuro pleno es el pasado muerto. Olvidarás todo y así serás diferente. Sin todas esas experiencias previas no sabrás de compasión ni remordimiento. No conocerás dolor, no reconocerás el dolor y dando concluido así la inexistencia del dolor en el pasado que hace gires tanto a el aferrándote a un tú que nunca existió desde el mañana a aquel suceso gris.

—Olvidar toda experiencia y así dolor. Olvidar todo eso me hará cambiar y me hará querer disfrutar de todo el éxtasis de la vida.

—No tener conocimiento empírico te hará disfrutar pero te hará novato en la vida y un tonto en cuestión de sabiduría y decisiones, ¿Estás seguro entonces?

—Sí —desviando la mirada a lo oscuro.

Pasaron varias horas, se escuchó un golpeteo en la puerta. Al abrir era Angélica que se abalanzó contra el chico.

—¿Leonel estás bien?

—¿Por qué no he de estarlo?

—Pues porque... lo que le paso a Alejandro, ¿si supiste verdad?

Peccatum (Pecado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora