CAPITULO 8: LA CITA

544 59 14
                                    

El tan ansiado momento que tantos años había esperado Viktor por fin había llegado, tenía un buen trabajo, un buen sueldo, una casa bonita, dormía sin parar ocho horas diarias y lo más importante en su vida, tenía a Yuuri a su lado.

Por algunos momentos le era casi imposible recordar como era su vida antes de tanta felicidad y es que, probablemente ya había olvidado todo el dolor que había tenido que pasar para llegar a ese momento tan pleno en su vida, él pensaba que podía no tener nada de lo antes mencionado, pero vivir sin Yuuri estaba seguro que jamás podría y estaba más que demostrado.

Las mañanas eran perfectas y cálidas nada le causaba más alegría que ver a su chico durmiendo profundamente con esa media sonrisa que siempre le había vuelto loco, las tardes eran pacificas al sentarse en una mesa llena de comida con su compañía mientras le platicaba una que otra anécdota de lo que había sucedido aquel día en el trabajo y las noches placenteras entre risas y caricias tiernas cuando se dirigían a su habitación y se acostaban uno frente al otro mirándose y sin necesidad de palabras expresándose todo sus sentimientos y sin necesidad de tocarse se hacían el amor suavemente.

Si en ese momento le hubieran preguntado a Yuuri: ¿Cuál es tu definición de amor? El sin dudarlo hubiera dado por respuesta: Viktor

El tiempo había pasado y aunque Yuuri aún no se acostumbraba del todo al nuevo trato que recibía por parte de Viktor parecía muy feliz.

Habían pasado seis meses exactamente, Viktor como cualquier otro día se alistaba para salir a trabajar, se paró aun lado de la cama para darle un dulce beso a su Yuuri quien aún estaba acostado y dormido profundamente, Yuuri sintió la presión en sus labios y abrió los ojos lentamente, después sonrió y levanto su mano para acariciar su mejilla dulcemente.

- ¿Ya te vas? - hizo un puchero

- Si - suspiro Viktor tomando su mano y besándola suavemente - Hoy llegare alrededor de las ocho, espérame despierto- lo miro fijamente

- Sí - estiro los brazos y lo rodeo por el cuello - Yo siempre te esperare - sonrió radiantemente muy cerca de sus labios.

Viktor se quedó mirándolo fijamente un poco sorprendido por la actitud del menor pues el Yuuri que recordaba el albino era más tímido, en los seis años que habían estado juntos nunca había tomado la iniciativa para un beso, para tomar su mano y muchas otras cosas más, de igual manera su sonrisa era mas discreta y no tan amplia como ahora, pero lo que no había cambiado era que siempre había estado llena de vida y tal vez era porque ahora Yuuri ya no estaba enfermo y podía desarrollarse plenamente, como siempre lo había querido y el mas feliz por ello sin duda era Viktor.

- Entonces, vuelvo en un rato- junto sus narices y las rozo suavemente - Te amo. - Se dirigió a la salida.

Yuuri se quedó mirando el techo con las mejillas rojas y una sonrisa enorme en su rostro, estaba enamorado de aquel albino, estaba loco por él y no podía ni quería ocultarlo, se tapó con las sabanas la cara y ahogo un grito de felicidad y emoción hasta que escucho el carro partir, rápidamente se levantó y corrió a cambiarse.

Hoy era un día muy especial, hoy cumplía medio año de relación con Viktor, seis meses de felicidad infinita, cada mes Viktor le regalaba una flor distinta y una caja de chocolates, jamás se le pasaba aquella fecha tan importante y esta vez él también le quería dar algo muy especial, quería demostrarle su agradecimiento por haber aceptado sus sentimientos, por ser tan bueno y comprensivo con él, por saber cómo hacerlo feliz, tan feliz lo hacía que parecía que le leía la mente la mayoría del tiempo. Lo amaba tanto.

Yuuri había estado alucinando ese día todo el mes, pues desde hacía unas semanas había estado revisando en internet recetas de cocina, canciones, decoraciones, detalles bonitos para decorar la casa, la cocina, la mesa y hasta la habitación.

Solo por ti *Victuri*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora