Capítulo 5

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Llevaba dándole vueltas al tema desde hacía horas. Al principio, iluso de él, había esperado a que Miguel sacara alguna conversación que él aprovecharía para llevarla a la parte que le interesaba. Era un auténtico experto en esa técnica (que se lo preguntaran a su padre y a la madre de Scott) y sabía que no le costaría mucho usar cualquier excusa para hacer la pregunta que se estaba muriendo por hacer.

El problema era que esa técnica infalible no tenía ninguna posibilidad si a su lado tenía a la mezcla perfecta del enanito gruñón y Mudito... Y puede que éste fuera un mudito increíblemente atractivo y que podía comunicarse perfectamente a base de gruñidos y movimientos de cejas, pero en esta ocasión eso no le servía de nada.

Así que Stiles acabó desistiendo, soltó un resoplido cuando se sentaron para hacer una pequeña pausa, y fue a por el inicio de conversación más típico de todos los tiempos:

- Estaba pensando una cosa...

El hombre lobo le miró con asombro, alzando la ceja todo lo que pudo.

- ¿Tú pensando? ¿En serio?

Stiles sonrió pese a que acababa de meterse con él... otra vez. Le gustaba que su compañero también fuera experto en sarcasmo.

- ¿Conoces a Scott? ¿Scott McCall?

- Ese era el nombre de tu amigo, ¿no?

- Es más mi hermano que mi amigo, pero sí. –Le observó, atento a la mínima reacción-. ¿No sabes quién es?

- ¿Debería?

- Pues... También es un hombre lobo.

- ¿Y sólo por eso debería conocerle?

- Hombre... Sois dos hombres lobo que viven en Beacon Hills. Creo que las probabilidades de que supierais el uno de la existencia del otro son bastante altas.

- ¿Por qué estás tan seguro de que yo también vivía en Beacon Hills?

- ¿Todavía estás con esas? –preguntó el chico, enfadado-. Pensé que los hombres lobo os dejabais llevar por vuestro instinto... ¿Qué te dice tu instinto de todo esto?

Que acabarán haciéndome daño. Otra vez.

No lo dijo en voz alta. No quería estropearle el buen ánimo a Stiles. Y tal vez tampoco quería creerlo.

Así que cruzó los brazos y le miró con desagrado.

- Está bien –farfulló Stilinski cuando no obtuvo respuesta-. ¿Y qué me dices de Peter Hale? ¿Tampoco te suena?

Alpha, Beta, Omega. Repítelo...

La voz sonó como un eco lejano. Era una voz que le resultaba sorprendentemente familiar, pero fue incapaz de ligarla a un rostro o incluso a un nombre.

Aunque todo apuntaba a que pertenecía a Peter Hale.

- No lo sé.

- Venga, Miguel, inténtalo. Estamos hablando de tus recuerdos. Tú deberías ser el que más ganas tiene de saber quién eres, ¿no?

- ¿Y cómo va a ayudarnos a salir de aquí el saber quién soy? –replicó a la defensiva-. ¡Que es lo que se supone que tendríamos que estar haciendo!

No era la primera vez que el hombre lobo le gritaba o le trataba como si fuera un estúpido que no decía más que tonterías.

Pero el modo en que lo hizo ahora, con más ímpetu del necesario cuando hacía no mucho que se había mostrado de lo más colaborador a la hora de encontrar la manera de hablar con sus amigos, hizo que Stiles se diera cuenta de que allí fallaba algo.

The Other SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora