Capítulo 39

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Capítulo 39


Lo último que Clarke recordaba era haber juntado todas sus fuerzas y haber corrido sin medir riesgo alguno, hasta Lexa. Antes de que la castaña abriera sus ojos, Clarke estaba parada allí frente a ella, recibiendo aquel disparo que atentaba contra su vida.

La rubia sintió como algo impactaba en su espalda causándole un dolor demasiado agudo, luego sintió como un liquido caliente le recorría aquella zona y antes de que pudiera darse cuenta sus piernas se quedaron sin fuerzas, si vista se nublo, pero lo último que sus ojos vieron fue el rostro de Lexa intentando salir del asombro.

Después de aquello, lo único que Clarke vivió fue un eterno déjà vu. Los gritos, la ambulancia, los médicos, era muy poco lo que había podido ver, pero todo le parecía tan confuso, se sentía mareada, como si estuviera flotando en una esponjosa y suave nube, aunque todo le dolía, había algo dentro de ella que le generaba una paz completamente increíble, hasta que en un momento sintió como todo su cuerpo se relajó y sus parpados pesaron demasiado como para tenerlos abiertos.

Luego de un suspiro que quito todo el aire de sus pulmones, Clarke logro abrir los ojos, todavía los sentía demasiado pesados, pero no tanto como antes, parpadeo un par de veces antes de poder acostumbrarse a aquella luz demasiado blanca y fuerte. Miro hacia sus pies y noto que estaban descalzos, miro sus manos las cuales encontró completamente limpias, sin ningún rastro de sangre, luego las paso por el camisón blanco, sus dedos palparon una textura cerca del pecho "Clínica Privada de Massachusetts" ponía con letras en color rojo.

_ "¡El carro de paro!" – escucho que gritaron a su derecha. – "¡Rápido, rápido!"

La rubia camino con completa cautela hacía donde un enorme grupo de médicos estaban trabajando, rodeando una camilla. Todos parecían realmente alarmados y preocupados. Clarke volvió a suspirar y frunció el ceño, fue como si esa fuese la segunda vez que lograba respirar desde que había abierto sus ojos.

_ "Eso no puede ser" – pensó. –

Clarke dio un paso hacia atrás cuando vio como una enfermera se acercaba a toda velocidad con algo en sus manos y se lo entregaba a uno de los doctores.

_ "¡Despejen!" – escucho que gritó el médico.

Automáticamente luego de eso sintió un cosquilleo demasiado extraño en su pecho, como si algo quemara su piel, nuevamente volvió a escuchar aquel grito e hizo una mueca de dolor cuando sintió aquel ardor otra vez. Clarke miro hacia uno de los monitores, aquel en el que todos estaban prestando atención y solo veía líneas rectas, todas de diferentes colores, pero la luz más llamativa era la roja que parpadeaba a cada segundo.

Aquella molestia se transformó rápidamente en un dolor imposible de describir, Clarke comenzó a sentir que se ahogaba, a pesar de no recordar haber respirado en absoluto. Sus pies se movieron con completa libertad, llevándola hacia aquella camilla en donde los médicos estaban dando lo mejor de ellos. Fue en ese momento en el que Clarke abrió sus ojos como plato al verse en aquella camilla, recostada, con un tubo saliendo de su boca, llena de sangre y con muchas manos sobre su cuerpo que intentaban reanimarla sin tener demasiado éxito.

La rubia comenzó a negar con el rostro, no podía creer lo que sus ojos le mostraban. ¿Cómo podía ser posible que este en dos lugares a la misma vez? ¿Acaso había muerto? Clarke llevo una de sus manos hasta su pecho e intento sentir los latidos de su corazón, pero no lo lograba, su corazón no latía. ¿Por qué no latía?

Clarke comenzó a desesperarse, sentía que se estaba volviendo loca, quería creer que aquello era todo un maldito y estúpido sueño. Sus pies comenzaron a caminar hacia atrás, necesitaba alejarse de aquella camilla, de aquellos médicos, de aquel lugar, necesitaba irse y estaba dispuesta a eso.

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