Capítulo 18.

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Quedate conmigo siempre....

Glenda despertó con un sabor amargo en la boca y el dolor de cabeza es muy insoportable.

Abre su cajón y saca sus pastillas, las saca de la envoltura y coloca el par de estas en su lengua para después tragarlas con agua.

No recuerda nada de anoche, salvo su sueño y la sesión maravillosa de sexo que tuvo antes, se pone de pie y un poco mareada va a baño.

Después de hacer sus necesidades y lavarse el cuerpo, sale y entra a su armario.

Sale de su closet con un pants color gris y una camiseta blanca de tirantes sin sujetador, coloca sus calcetines y sus tenis a juego de su camisa.

-Bien.- busca su celular pero no lo encuentra.- ¿Donde lo deje?

Toma su bolso Versace y sale de la habitación, pasa por la cocina y busca en la barra pero no hay nada, después por el comedor y una voz la altera.

-Buenos días ángel.

Dice Bruno con una taza de café suspendida en sus labios y un biscocho en un plato color blanco.

-¡Deja de hacer eso!.- Grita desesperada.- Soy muy joven para morir de un ataque al corazón.

-¿Ha donde vas?

-Ha casa de mi hermana... ¿Tú viste mi celular?

-Anoche lo arrojaste contra la pared.

-¿La pared?

-¿Porque no tomas asiento?

Glenda toma asiento a lado de Bruno y lo mira extraño, no sabe que esta pasando. Pero la idea de verlo en traje y en su mesa la hace pensar en una familia perfecta. Ella a su derecha y sus hijos a la izquierda, desayunando mientras hablan sobre cualquier cosa, mientras ella es feliz.

-ángel, baja de tu nube y dime, que carajo sucedió anoche.

-¿Anoche?, anoche me hiciste el amor.

Dice como si nada, se pone de pie para ir a la cocina.

-Sexo casual, yo jamás hago el amor Glenda,bueno si a Jessica pero ha nadie más y eso que te quede bien claro.

Un golpe bajo, algo le dolió pero no supo descifrar con exactitud que fue, de espalda preparando agua para su té, intenta quitarle importancia a sus palabras.

-Como sea, igual follamos.- busca en el dispensario una caja con bolistas de té.- Y no, no recuerdo nada.

Saca una taza la llena con liquido caliente y sumerge la bolsita de té, bajo la mirada de Bruno camina al comedor de nuevo, toma asiento en la cabeza de la mesa y hace aún lado las cosas de Bruno.

-Esa es mi silla.

Dice Bruno a lado de ella.

-Te equivocas, esta es mi silla. Puedes tomar asiento en cualquiera de esas.- señala los demás asientos.- O te puedes ir a sentar en otro sitio, como la sala, el balcón o te puedes ir mucho a la mierda porque este es mio.

Bebe de su té y Bruno a regañadientes se sienta del lado derecho, necesario borrar la sonrisa de su perfecto y bello rostro.

-Anoche te llamo tu padre y te pusiste como loca.

El semblante le cambió, observo algún punto de la mesa como si esa frase la hubiera llevado a cualquier lado.

-¿Tanto te afecto la infidelidad de tú padre?

-No sabes lo que dices Bruno.

-Entonces explicame... Porque no entiendo, si piensas seguir con esto.- se señala a ambos.- Será mejor que hables y me digas a que me estoy enfrentando.

Glenda toma de su té y después sonríe.

-Nadie sabe mi historia ¿porque tú sí?

-No sé, anoche me pediste ayuda... Y eso hago... Ayudarte.

-Yo jamás pido ayuda.

-¡BASTA YA!.- Grita Bruno desesperado.- Me vas ha contar la verdad y de todo lo que pasa en tu estúpida cabeza o me largo.

-Nos vemos más tarde Bruno.- Dice Glenda mientras le cierra la puerta en la cara.- Eres igual de estúpido que tú anciano y muy rico padre.

Apuntó de llamara a Valerie llaman a la puerta.

-¿Si?

-paquete para la señorita Fenty.

Glenda frunce el ceño y abre la puerta.

-Oh mi dulce y tierno ángel, no hubieras echo eso.- Glenda se queda estática ante tacto del moreno.- Mal muy mal ángel.

Bruno entra y cierra la puerta, coloca las manos de Glenda por detrás de su cintura

-Jamás me vuelvas a echar a su de tú casa ¿Entendido?

-S... S... Si... Si.

-Perfecto.

Se acerca a sus labios y los besa, Glenda trata de zafarse de su agarre pero no puede, No Bruno le sujeta el cabello.

-Jamás me debes de tocar.

-Lo estoy haciendo.

Dice Glenda mientras besa su cuello con ligeras mordidas

-No lo haces, porque tengo sujetas tus manos y así no cuenta.- Bruno restrega su entre pierna con las caderas de ella.- Creo que es momento de usar las sogas ángel

Glenda con el lívido encendido corre por la caja que dejó en su cuarto, para después aparecer con ella entre sus brazos.

-¿Ha si que estas es tu silla?.- Dice Bruno mientras pellizca el pezón de Glenda-Bien será tú silla.

Glenda se queda quieta observando como Bruno la comienza a desvestir.

Las sogas pican, pero no demasiado.

Hoy será una de las mejores mañanas de Glenda.

Candy Pop (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora