Capítulo 5.

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Bebé eres un suertudo porque estás con la mejor y si soy codiciosa, tengo una corona y mi muñeca llena de diamantes.

Glenda se abrocha sus zapatillas color café y se mira de nuevo al espejo, su falda blanca le llega a las rodillas junto a un crop-top sin ambas y corte U le alarga el cuello junto a la cadena que le regalo Peter se recogió su rizado y rubio cabello dejando unos cuantos mechones cayendo por su frente dándole un look juvenil y sexi.

Las palabras del sueño que tuvo en la mañana la comienzan a atormentar de nuevo.

-Te fuiste de mi vida papá, mamá murió por tú culpa y si.- se limpia la comisura de sus labios gruesos color café.- Soy un agujero sin sentimientos ¿Y cuál es el problema? Y no pienso cambiar.

Mete su celular a su cartera y sale decidida al bonito deportivo de Peter con una paleta redonda y rosa.

-Hola papi.

-Hola caramelito.

Le da un beso en los labios y de nuevo el bigote le revuelve el estómago a Glenda.

-¿Ha donde vamos?

-Vestida así, yo creo que a ningún lado.

Ríe un poco Peter y arranca su auto, Glenda mira aburrida las calles no hay música de fondo, ni el viento jugando con su cabello y mucho menos hay platicas.

Cuando el semaforo se pone en rojo deja de ver su reflejo, ella montada en un auto lujoso y con demasiado dinero cubriendole el cuerpo.

-¿Ha donde vamos?

-Vamos a cenar, te tengo una sorpresa.

De nuevo se hace el silencio y Glenda comienza a pensar en donde quedaría mejor su nueva casa, en ¿Praga, Suiza, Francia o Alemania?

-Hemos llegado.

Y después de pedir una copa de vino y la cena Peter toma la mano de Glenda.

-No pienso ser tu secretaria.

-Vamos caramelo, así me haces las cosas más fáciles... Solo piénsalo.- le arrastra el contrato sobre la mesa hacia ella.- Tú, yo, tiempo a solas... No trabajaras solo me darás uno que otro recado.

Glenda mira el papel que tiene enfrente, lo ha leído una y otra vez sus estudios como psicóloga le han dado resultados, con los hombres en especial, ahora agradecía haberse metido con varios hombres abogados.

-¿Sólo recados?

-Si, solo recados.

Dice Peter mientras acaricia el rostro terso de Glenda, ella aparta su mano y le sonríe.

-Está bien, solo por ser tú.

La cena transcurre entre risas y una que otra charla, cuando Peter paga la cuenta se van decididos a la casa de Peter.

-Oh no.

-¿Que sucede?

Pregunta Glenda mientras se coloca el cinturón de seguridad.

-Vamos a tener que hacer una parada antes.

La morena se encoge de hombros y se pierde entre sus pensamientos.

-Vamos, entra.

La casa de Peter es más pequeña, no como la primera que había visto.

-¿Seguro?

-Si, no quiero que los vecinos te vean.

Glenda se desabrocha su cinturon de seguridad y abre la puerta del auto, primero baja un pie dejando ver su bonita pierna bien depilada y bronceada, después la otra y su pedicura color blanca hace contraste con su piel morena.

Cuando entran Glenda ve todo tipo de fotos, de bebés, adolescentes, señoras.

Pero una llama su atención.

Está Peter con 3 niños en las piernas y una mujer tocando su hombro.

-¿Son tus hijos?

Dice Glenda señalando el cuadro que cuelga de la chimenea.

-Si... Ella es Julieta la mayor, sigue Bruno y después Tahiti la más pequeña.

La similitud entre Peter, Bruno y Tahiti es increíble.

-¿Al caso tu mujer en vez de vagina tiene fotocopiadora?

Peter se ríe y la abraza por la cintura.

-Julieta no es mi hija, Bernadete mi esposa, llego con ella cunado tenía apenas cinco años ahora tiene treinta y esta felizmente casada y con cuatro hijos preciosos, Tahiti apenas cumplió trece y Bruno bueno el apenas se comprometió él tiene veinticinco años.

-¿Que edad tienes tú?

Pregunta Glenda sin quitar la mirada del cuadro.

-45 años... Bruno llegó a mi vida cuando tenía apenas veinte años, Bernadete y yo éramos muy jóvenes aunque ya teníamos la vida resuelta... Nos quito mucha de nuestra juventud a pesar de eso siempre ha sido mi orgullo hawaiano, nueve años después llegó Tahiti, mi princesa.

Glenda sonríe mientras deja que Peter le llene de besos el cuello.

-¿Y que pasa con tu esposa papi?

-Nada caramelito, ambos nos amamos pero de vez en cuando es bueno salir de la rutina.

Glenda cierra sus ojos al sentir las manos de Peter más abajo de su cintura, esta vez no hay sustancia que la haga agarrar valor, pero algo de provecho le sacaría a la situación.

-Vamonos de aquí papi... Te quiero para mi sólita.

Peter sonríe y coloca unos papeles sobre una barra italiana.

Dentro del auto.

-Bruno, hijo mañana te necesito a primera hora para ver lo de la empresa que vamos a comprar.

Silencio.

-Si Bruno no te preocupes, ya veremos que hacer.

Y cuelga.

-¿Ha que te dedicas?

Pregunta Glenda.

-Básicamente salvarles el trasero a las empresas que están en quiebra, comprarlas y después venderlas al triple o más, dependiendo que tan rápido las salve.

El silencio se hace de nuevo, Glenda se va preparando mentalmente para lo que sigue.

Sin importar el nombre que acaba de escuchar hoy en la mañana y después hoy en la tarde lo hace aún lado, tiene un empleo en el que su trabajo consiste en ser bonita y estar disponible.

Algo fácil, ¿no?

Candy Pop (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora