21.

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SEBASTIÁN:

Puse su teléfono en silencio y lo dejé sobre la mesa, preguntándome por qué mierda nadie me dijo que Elena había estado enferma. La conocía de un par de meses para acá, sí, pero estábamos comprometidos. Que tu futura esposa hubiese sufrido una enfermedad terminal es un dato que todo novio debería saber. Eso no cambiaba nada, pero mierda, esto no debería tomarme por sorpresa. Por otro lado, ¿cómo sacaría esto como tema de conversación, quería saber más, sin que se tornara incómodo o sin que se diera cuenta de que había espiado en sus cosas?

Volví a la cama con cuidado de no despertarla, en el lado que no era el mío, por lo que olía a vainilla. Al acostarme me di la vuelta para quedar de cara a ella. Las cortinas estaban abiertas y permitía la entrada de uno que otro rayo de la artificial luz de la ciudad. Lo agradecí. Esa poca claridad me permitía ver sus delicados rasgos. Pude identificar su pequeña nariz respingona, sus tentadores labios entreabiertos rogando ser besados, sus pestañas largas y espesas y el perfecto arco de sus cejas. Más abajo su exuberante pecho, cubierto por las sábanas, subía y bajaba con suaves respiraciones regulares. La almohada en parte estaba cubierta por los sedosos rizos dorados que se esparcían como las plumas de un pavo real sobre la funda. Dios, cuánto me apetecía tocarlos.

Tras dudarlo un poco, no me contuve y alargué la mano para enredar uno de sus mechones en mi dedo, de todas formas estaba dormida y no creía que se despertara por ello después del día de mierda que había tenido. No había ningún problema. ¿O sí?

Sebastián Broke, me regañé cuando comencé a frotar las puntas de su cabello contra mi rostro, ¿en qué clase de acosador te estás convirtiendo?

¿Cómo había terminado así?

Hace nada me burlaba de un hombre que renunciaba a su trabajo de tantos años por su mujer y ahora yo olía el cabello de mi prometida como un cachorro enfermo de amor en vez de dormir, además de que tenía cierta parte de mi anatomía sin poder funcionar con otra que no fuese ella. Irónico, mi cuerpo y mi mente al parecer no pensaban lo mismo sobre el concepto de fidelidad. A pesar de darme cuenta de lo amarga y triste que era mi situación, no tuve reparos en recordar con lo que hacía cómo su cabello me acariciaban el rostro cuando ella...

Todos mis músculos se tensaron. Elena se había movido bruscamente, terminando con la cabeza reposando en mi pecho y con una mano alrededor de mi cintura. No pude evitar recibir con gusto las oleadas de esa adictiva calidez que solo su cuerpo podía emanar. Los latidos de mi corazón se aceleraron drásticamente al sentir su aliento impactar en mi cuello e instintivamente la apreté contra mí, devolviéndole el abrazo y eliminado una minúscula parte de la ansiedad que me carcomía por dentro. Hasta ahora no me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba tenerla así, a mi lado. Donde yo personalmente me encargaría de mantenerla. La apretuje en mi contra y deposité un beso en su cabeza antes de cerrar los ojos.

Me picaba demasiado la idea de su pequeño cuerpo sufriendo en un pasado o en un futuro próximo. No, no me picaba. Me llenaba de ideas asesinas. De alguna manera tenía que saber más sobre esa foto, pero estaba claro que no podía ser directamente con ella. No era tan estúpido, ni tan insensible, como para hacerla recordar cosas que ella probablemente quería olvidar, puesto que esa era la única explicación que le hallaba al hecho de que no me hubiese comentado nada. Una fuerte opresión casi asfixiante se instaló en mi pecho.

¿Le dolería recordar?

Definitivamente mañana hablaría con Eline o inclusive con Christian para saber la verdad detrás de esa fotografía.

Y empezaría a arreglar las cosas.

Le enseñaría con hechos mi nuevo objetivo: conquistarla.

Y si al final no funcionaba y no lograba tenerla para mí de esa manera, me conformaría con su sonrisa cada día luego del trabajo. Tenía toda una vida junto a ella para hacerla acostumbrarse a mí, para hacerla cambiar de opinión y para, obviamente, satisfacerla hasta tal punto que ni siquiera se le pase por la mente alguien más en todo lo que dure nuestra vida de comprometidos.

Amor condicional © (STAMFORD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora