27.

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ELENA:

No podía creer que Sebastián sintiera algo por mí. Cuando le enseñé lo que había debajo de capas de ladrillos en un momento de vulnerabilidad, mi corazón, esperaba otro tipo de reacción de su parte.

Esperaba risas.

Lástima.

No que fuera reciproco.

─¿Cómo avanzaremos a partir de aquí? ─le pregunté.

─Bueno, aún tengo que cumplir el contrato con tu padre. Debemos casarnos. ─Su frente se arrugó─. Pero podemos atrasarlo un poco más. Tener un compromiso más largo. Estoy bien con el trabajo que hace William cuando me voy, confío en él, así que si quieres podemos viajar. ¿Hay un lugar que te gustaría visitar?

Sonreí.

─Siempre he querido ir en una ONG a África.

Su pecho comenzó a moverse, por lo que alcé la mirada para verlo reír. Sebastián presionó un beso sobre mi frente.

─Te ofrezco el mundo en bandeja de plata y escoges ir a uno de sus peores lugares. ─Negó mirando hacia el techo─. Señor, ¿esto es un mensaje? ¿Mi segunda oportunidad para resarcirme y no ir al infierno?

Hice una mueca.

─No deberías burlarte. Hay muchas personas muriéndose de hambre allí ─lo regañé─. Podríamos ayudarlos más de lo que crees con menos dinero del que probablemente gastas en una semana.

─¿Y si simplemente firmamos un cheque?

─No.

─¿Tenemos que ir en persona? ─insistió.

Afirmé.

─Sí. Así nos aseguramos de que todo sea gastado de la manera correcta.

Sebastián guardó silencio por un momento, pensativo, para después estrecharme más contra él.

─No tengo un casino en ese continente.

Besé sus labios sabiendo que eso podría significar un sí.

─Pero...

Elevó las cejas.

─¿Pero?

─Aún tenemos un par de temas que discutir.

─¿Cuáles?

─Tu aventura y la razón por la que hiciste ese trato con mi padre. ─Mi voz bajó─. ¿En qué demonios pensabas?

Sebastián rompió nuestro dulce momento posicionándose sobre mí de tal manera que su rostro quedó sobre el mío y ninguna de las emociones que pasaba por él se me escapaba. Dios. ¿Cómo podía ser tan hermoso? En lugar de empujarlo luego del recordatorio de Sara y de que casi obliga a mi hermana a casarse con él, ni siquiera quería pensar en cómo habría sido sus vidas juntos, me acomodé mejor debajo de su cuerpo.

─Hice el trato con tu padre porque perdí todo lo que tenía en un casino estando de vacaciones, borracho. No hay gran misterio en ello, aunque me esforcé como la mierda para que los medios no se enteraran. Fui tan bueno haciéndolo que ni siquiera mi familia lo sabe. Él compró mi deuda y me ayudó a salir del aprieto a cambio de que me casara con su hija. ─Sus mejillas se sonrojaron. Al menos tenía la decencia de parecer avergonzado─. ¿Con respecto a Sara? Creo que ese asunto se trata más de en qué no estaba pensando en el momento en el que me metí con ella que en lo que sí.

Relamí mis labios al sentir sus ojos puestos en ellos.

─¿En qué no pensabas? ─reformulé la pregunta.

Amor condicional © (STAMFORD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora