23.

16.1K 1.6K 302
                                    

SEBASTIÁN:

A diferencia de la otra foto, en esta ambos poseían abundante cabellera dorada y vello facial, lo cual me hizo dudar de mi idea anterior. Lo único que tenían en común, por otro lado, era el hecho de ser rubios. No podían ser parientes. Sus facciones no se parecían en nada. Comían sushi en un restaurant, Elena devorando una porción de pescado, alga y arroz mientras él la miraba como si no existiera nada más. Mierda. Debía ser un idiota por pensar así, pero sentía que alguien me había quitado el protagonismo de la que creí que era solo nuestra historia. ¿Habrá sido él su primer amor? Porque al comparar mentalmente ambas imágenes, en las dos aparecían con poses muy cariñosas, que solo conseguían alterar más mi salud mental y confirmar más mis sospechas. Era ella. Los mismos rizos que me acariciaban cuando nos rozábamos estaban envueltos en la mano del sujeto mientras la cámara captaba la media sonrisa de Elena mientras comía. Un gruñido de fastidio escapó de mi garganta y mi voz sonó fría al momento de dirigirle la palabra a Nora.

Después de que entré a mi habitación me di cuenta de que estaba siendo un cobarde. Me había enfrentado a cosas peores. Esto era solo un obstáculo pequeño, por lo que había regresado para exigirle que me la enseñara de nuevo. Sorprendentemente no opuso resistencia alguna en volver a enseñarme el perfil inactivo de Elena, gracias a Dios público.

─Voy a mi despacho a terminar de trabajar ─le dije como si eso fuera posible

Probablemente partiría lápices a la mitad.

─Haz lo que te venga en gana con tu maldita vida, americano, pero no te lleves mi computadora ─se quejó levantándose del mueble con las cejas alzadas.

Bajé la vista. Había cerrado la laptop y la había colocado bajo mi brazo sin recordar a quién pertenecía. No sabía exactamente en qué nivel de consciencia me encontraba, pero algo debe decir el hecho de que ni siquiera recordaba haberla tomado. Me sentía nervioso e impotente. Definitivamente no podía trabajar así, si lo hacía probablemente terminaría haciendo rico al conserje o algo por el estilo. Cansado de la mierda, decidí ir por mis gafas de sol y empezar a interpretar el papel de Horatio Cane.

YEAAAH, imaginé el característico sonido cuando me las puse.

─¿Desde cuándo se conocen Elena y tú?

Nora me vio como si me hubiesen salido dos cabezas. Lo entendí. Acababa de decirle que iría a trabajar y ahora estaba procediendo con el interrogatorio, todo después de haber hecho un drama por una fotografía de su mejor amiga de cuando era adolescente. Se enderezó en el sofá y me miró con condescendencia, la sospecha en sus ojos. Parecía que no esperaba mi interés y me irritó un poco tener que esperar hasta que lo procesase, pero Horatio Cane era paciente.

─Desde la universidad ─contestó─. ¿Para qué quieres saber?

Puse mi cara de negocios

─Será mi esposa. Tú te estás quedando en mi casa y necesito información. ─A estas alturas Nora debía ser consciente de ello. Se lo había recalcado al menos veinte veces, pero yo no era un anfitrión. Era un empresario comprometido con una loca que debía entender, al menos─. Habla. Dime qué significa lo que vi.

Nora se levantó.

─Alto ahí, nefasto. ─Me indicó la castaña elevando su palma y negando con la cabeza─. Tú serás su esposo simplemente porque ella quiso evitar que Eline estuviera condenada a vivir eternamente junto a ti gracias a que su padre y tú se drogan juntos. ─Bufó─. Y por más que eso le pese a ella o que nos pese a las personas que la queremos, Elena tomó una decisión y sí, a fin de cuentas serás su esposo, pero eso no te da derecho a convertirte en su carcelero o en un obseso del control. Si quieres saber algo sobre ella, pregúntaselo y que Elena te responda. En lo que a mí concierne no tienes ningún derecho de nada, así que no tengo ningún deber hacia ti. También te recuerdo que no está sola. Siempre nos tendrá a Vicente y a mí.

Amor condicional © (STAMFORD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora