Capítulo 5: Solo mía.

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Narra Jimin.

Desde que la vi entrar sentí la necesidad de hablar con ella. Por Dios, qué mujer... Tenía unos cuántos meses desde que alguna chica fuera capaz de atrapar mi atención y con el acto llevarla conmigo por unas copas, una cena decente y terminar así en mi apartamento, desnudos, sudados, después de un buen polvo. Todas y cada una de mis invitadas debían quedar satisfechas; era mi regla número uno para que existiera la posibilidad de un nuevo encuentro.

Son excepcionales las mujeres con las cuáles he decidido repetir la ocasión y sí, sí que he disfrutado en cuanto a sexo se refiere. Tenía meses sin ver una mujer así...

Era increíblemente sexy, su figura pondría a rezar a cualquier ateo, esos pantalones negros le asentaban de maravilla, tenía una cintura impresionante y sus pechos, ¡oh vaya! Esos senos deberían de ser ilegales, o al menos legales sólo para mí. Su cabello era tan negro y largo, se veía sedoso y podía imaginarme la deliciosa fragancia que desprendería al olerla. Sus ojos eran claros, un café claro que me recordaba la miel, nada rasgados, al contrario, eran grandes. Sus mejillas sacaban mi lado tierno de inmediato, quería verlas sonrojadas todo el tiempo.

Necesitaba verla debajo de mí sonrojada, sudando, con los labios hinchados y entreabiertos, gimiendo a causa de tanto placer. Demonios, estaba teniendo problemas conmigo mismo debajo de la mesa desde que la vi entrar al salón y estaba deseando desesperadamente que llegara ante mí lo más pronto posible.

Lo más cómico de todo esto, es que ella parecía no ser consciente de lo jodidamente sensual que era. Caminaba apenada, con los hombros hacia adentro, como avergonzandose del pedazo de cuerpo que las fuerzas divinas le habían dado y eso, justamente eso debería de ser considerado pecado capital porque no tenía perdón. ¿Por qué no sentirse una diosa siendo una diosa?

Habían muchas cosas que debía de ayudarla a sentir, una de ellas era la confianza plena y total en que merecía ser amada y sentirse bien consigo misma. Porque si de algo puedo vanagloriarme es que a pesar de acostarme con varias mujeres nunca las había hecho sentirse menos, nunca se habían avergonzado, las había hecho sentir amadas y respetadas. Vamos, que soy un buen hombre al final de cuentas. Procuraba que nunca fueran ARMYs pero acá estaba, pensando en cómo conseguiría pasar a la siguiente base con una de ellas.

Pero es que ¿cómo coños la dejaría ir? Era fenomenal, debía ser latina. Ese cuerpo la delataba por completo. Yo nunca había estado con una latina y esto me ponía nervioso, cosa que en mí no era natural.

Debo de ser completamente sincero, desde que la observé mirándome no pude concentrarme al cien por ciento en las chicas que estaban frente a mí, contaba mentalmente cuántas faltaban para que la preciosa chica de ojos grandes color miel se sentara frente a mí y así poder apreciar cada rasgo de su hermoso rostro. Sentí celos de Namjoon y de todos los demás antes de mí, especialmente de Taehyung, quién la abrazó en mis narices y se deleitó de su aroma antes que yo. Vaya que me sentía conmocionado, demasiadas emociones juntas para un tan solo día.

¿Qué demonios me pasaba? Nada bueno podía ser. No señor, nada bueno me podía deparar.

Para mi bendita suerte, la hermosa chica por fin estaba frente a mis ojos y era todo cuanto necesitaba, al menos por esa noche. Sus nervios la delataban con cada pequeño gesto que realizaba, sus mejillas estaban sonrojadas y no dejaba de jugar con sus manos en la mesa donde había colocado un póster de gran tamaño y todos nuestros cd's para que colocara mi firma en ellos y así hacerla feliz. Tenía que hacer algo en este momento si quería tenerla conmigo más tarde y mi momento estaba sucediendo. Anoté sigilosamente en una esquina del póster mi número, con dígitos pequeños para que nadie pudiera darse cuenta, nadie más que ella. Había jugado mi carta pronto, ahora necesitaba hacérselo saber.

MÍA » Park Jimin y tú (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora